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Buena parte del debate en torno a la situación del lobo tiene la complicación añadida de que se asienta sobre datos desfasados. La presentación de un censo real facilitará un punto de análisis mucho más real y con la posibilidad de que se entienda mejor lo que está ocurriendo en realidad en los montes. Lamentablemente se trata de un asunto que trasciende los problemas de los ganaderos y los habitantes del mundo rural, y las necesidades de conservación del medio natural. El asunto se ha llevado a ese lugar indeseable de la intransigencia, de la negación de las realidades que defiende el otro, buscando ese consenso donde normalmente están las mejores respuestas. El censo aporta un dato positivo. El lobo se recupera. Pero eso no servirá para zanjar una polémica que amenaza con seguir.