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La batalla por la supervivencia del oso pardo sigue librándose, aunque con unos parámetros muy distintos a los que existían hace unas décadas. Entonces, la prioridad era impedir la desaparición de la especie. Con estudios, financiación pública y muchos esfuerzos por parte de expertos se fueron poniendo en marcha iniciativas que consiguieron voltear las cosas. Hoy parece garantizado el futuro del oso, pero la proliferación de ejemplares genera nuevos problemas, también como consecuencia de una insistente ‘humanización’ de estos animales que los acerca cada vez más a los pueblos. Fapas trabaja ahora en un plan para proteger los colmenares. Lo curioso es que una parte de la financiación llega de la fundación creada por Alberto de Mónaco para la protección de la naturaleza. El reto de preservar el oso parece que sigue derribando nuevas murallas constantemente.