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El equipo de gobierno municipal de León parece que tiene dos prioridades: privatizar y sangrar los bolsillos de los ciudadanos. Con una creciente sensación de que la ciudad retrocede, resulta complejo asumir y justificar que se eleven constantemente los costes que pagan los ciudadanos en forma de tasas e impuestos a un Ayuntamiento que tampoco facilita lo que más se necesita: esperanza. Con un silencio descorazonador sobre asuntos clave como la plataforma multimodal de Torneros, la vuelta del Hostal de San Marcos a la normalidad o la recuperación del Teatro Emperador, la gestión más local se centra en gastar los fondos externos heredados de otros mandatos y con un problema evidente para tramitar los actuales Next Generation, con constantes penalizaciones por no llegar a tiempo. Tras conocerse el plan para castigar a los hosteleros con un tasazo sobre sus terrazas, se aventura un nuevo tarifazo para el agua. Es una especie de suma y sigue en el que la UPL tendrá que retratarse como muleta del gobierno de José Antonio Diez.