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El anuncio de que la vía ferroviaria entre León y Galicia estará cortada durante un año y medio por obras debería generar una sensación positiva. Todo lo que será mejorar las infraestructuras debe entenderse un paso hacia adelante. Pero la duda que se plantea es si lo que se hace es dar un paso hacia un lado. El sacrificio de 18 meses sin tren es enorme, y no tanto para los viajeros, que probablemente llegarán antes en autobuses. El caso de la clausura se está dando desde hace más de un año en el tramo Orense-Monforte, pero con la diferencia de que allí se realizar una intervención para aplicar una reforma integral de la vía, incluso alterando el trazado para adaptar a velocidades más acordes con el siglo XXI. La vía León-Ponferrada-Monforte, más allá del polémico paso por el Manzanal, precisa ese mismo tratamiento del Estado un rediseño total y definitivo. Sin ese paso sólo estará perdiendo el tiempo y el dinero.