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Existe mucha sensibilidad social hacia el problema que se genera por la carencia de médicos. En todos los frentes, por ese problema presente de falta de efectivos a la hora de cubrir plazas y dar bajas o vacaciones, especialmente en los territorios menos atractivo y con menos recursos para incentivar económicamente a los profesionales. Y también sobre ese futuro temible por la próxima jubilación de generaciones numerosas de doctores que precisarán un relevo.

Pero el conflicto sobre las carencias de la sanidad en el campo de los recursos humanos también está muy presente en la enfermería. Se trata de los profesionales que más directamente tratan al paciente, en todos los órdenes de su situación. Y por ello resulta preocupante que el sistema tenga una estructura con un nivel de carencias tan importantes con respecto a lo que deberían ser los parámetros para una atención adecuada.

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) fija la media europea en 8,83 profesionales por cada mil habitantes. Para que la provincia de León llegase a ese nivel serían necesarias al menos 738 enfermeras. Al final todo queda en manos de la capacidad económica. Una sanidad infrafinanciada genera estos déficits.