EDITORIAL
El campo vuelve a impacientarse
Las movilizaciones del mundo agrario, que tuvieron extensión por todo el panorama europeo, parecía que habían cambiado las cosas. De aquel movimiento espontáneo, en el que resultaron fundamentales las redes sociales, surgieron compromisos a todos los niveles institucionales que parece que finalmente no se han hecho realidad. Aquellas protestas tuvieron un gran eco, y probablemente fue relevante el que los excesos fueron puntuales y obra de incontrolados, algo que sirve para impulsar en todos los sectores un mayor respaldo de la ciudadanía. La duda que surge ahora se centra en la capacidad que han tenido las organizaciones profesionales agrarias para mantener activas unas demandas que en la mayoría de los casos son totalmente lícitas y lógicas. Tras verse sobrepasadas por los movimientos espontáneos, las opas poco a poco fueron recuperando una iniciativa que parece que no han sabido aprovechar. Ahora vuelven los llamamientos en diferentes centros para no quedarse parados. Para que el campo retome las protestas con un hartazgo quizá más importante tras lo que algunos ya consideran como la enésima tomadura de pelo. Las opas se juegan quizá una última baza para evitar un desprestigio que sería inevitable si de nuevo viajan por un carril diferente al de los productores del campo.