La carta de Montilla
En el filo | Cayetano González
La carta que el Presidente de la Generalitat ha mandado en la víspera de Reyes a 201 asociaciones cívicas de Cataluña pidiendo su apoyo y respaldo para dar «una respuesta política y cívica, clara y unitaria» en caso de que la esperada sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatuto de Cataluña recorte o cambie contenidos actuales de este, es una muestra evidente de que Cataluña vive en un «régimen» político donde el que no esté con lo que quiere el que manda pasa a ser considerado un antipatriota y deberá atenerse a las consecuencias.
Resulta intolerable este intento de José Montilla de controlar hasta esos extremos lo que se ha venido en llamar la sociedad civil. Porque aunque a veces surjan dudas al respecto, es de suponer que en el seno del Club de Futbol Barcelona, en el Colegio de Abogados de Cataluña o en la Asociación para la Defensa de los animales, por poner tres ejemplos de esas asociaciones a las que se ha dirigido el Presidente de la Generalitat, haya de todo. Es decir, haya simpatizantes o votantes de las diferentes opciones políticas catalanas; haya gente que directamente no vota; haya personas más inclinadas a pensar que Cataluña forma parte de ese proyecto común que se llama España o no. Pero lo que no puede pretender un responsable político es «uniformar» absolutamente a toda la sociedad.
No lo puede pretender salvo que se tenga una concepción de la política y de la Comunidad donde uno vive y gobierna, en este caso Cataluña, en la que se mezcla los intereses personales o partidistas con los generales. Donde se confunde todo: el partido y el País. Donde se pretende que lo que funcione sea el «pensamiento único» bien en forma de editorial conjunto de los doce periódicos de la Comunidad, bien en forma de carta del Presidente donde el mensaje es claro y evidente: el que no esté dispuesto a apoyar lo que pido que se vaya preparando. Y un Gobierno tiene muchos instrumentos de presión sobre a sociedad civil, empezando por algo tan vital como las subvenciones económicas.
Esta situación de «régimen» en la que vive Cataluña tiene varios responsables. En primer lugar ese nacionalismo encarnado por CIU que ha estado gobernando durante casi treinta años y que puede volver a hacerlo tras las próximas elecciones autonómicas. Pero también tiene mucha culpa un Partido Socialista de Cataluña que tiene mas de «nacionalista» que de «socialista» y que además lleva gobernando seis años con otro partido como ERC que lisa y llanamente, no lo ocultan, quiere la independencia y la segregación de Cataluña del resto de España. Y por último hay un tercer responsable, mas cercano en el tiempo, que es el Presidente Zapateo que se empeñó personalmente hasta límites insospechable en sacar adelante el Estatuto de Cataluña en su actual redacción. Es de esperar que todas estas presiones antidemocráticas sobre un Tribunal ya de por si bastante condicionado políticamente por la forma es que es designado hagan la menor mella posible en sus miembros. Y es de desear que estos dicten sentencia cuanto antes. Llevan tres años deliberando. Mucho más tiempo del que llevó elaborar la propia Constitución.