Cabeza de turco

La puesta en libertad provisional de López de Uralde, líder de Greenpeace en España, y de sus compañeros, después de tres semanas de casi absoluta incomunicación en una prisión danesa, constituye una decisión tan lógica como incomprensible resulta que no se hubiera adoptado antes. Especialmente cuando los cargos no han sufrido variación y no había riesgo razonable de fuga. Los detenidos ya han soportado un serio castigo, que será más excesivo si su liberación ha acabado debiéndose a gestiones diplomáticas. Da la sensación de que Uralde y sus compañeros han sido unas cabezas de turco donde descargar la adrenalina de las autoridades danesas al ver burlada la seguridad en un acto en el que nada debería haber fallado. Hay en el ambiente un cierto olor a revancha...