Ruido electoral
La veleta | charo zarzalejos
La impaciencia, más que justificada, por tener en la mano la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatuto de Cataluña, no es novedad alguna. Son tres años de espera. Demasiado tiempo por complejo que pueda resultar el debate y las conclusiones de un asunto de máxima importancia política al que el Tribunal, más allá de sus cuitas internas, debería haber sido especialmente sensible para brindar, cuanto antes, las necesarias certezas jurídicas no sólo a Cataluña, sino al conjunto de España. Como la impaciencia existe desde hace tiempo, no cabe decir que el presidente de la Generalitat haya pasado una mala noche y para conciliar el sueño se ha dedicado a escribir misivas de agradecimiento a las «entidades sociales» catalanas. No ha sido un arrebato de Montilla. Es, por el contrario, parte de una estrategia muy bien pensada y que, en principio, parece tener dos objetivos: mantener un mínimo de movilización en el conjunto de la sociedad catalana, menos preocupada por la sentencia que su clase política y, por otro, comenzar a tener visibilidad propia, al margen del tripartito, cara a las próximas elecciones autonómicas. Los socialistas catalanes, en esta ocasión, no salen de ganadores y saben que su poción actual está en serio riesgo. En Cataluña ha comenzado el ruido electoral y ha sido Montilla el que ha desenfundado el tambor.
Y lo ha hecho provocando algo más que ruido. Solicitar «respuesta clara y unitaria» ante una eventual sentencia que pudiera recortar o matizar cuestiones «sensibles» y apelar a la unidad, como si Cataluña viviera una situación de máximo riesgo jurídico y político, es trasladar a la opinión pública un sentimiento -”preventivo-” de supuesta ofensa ante el que -”siguiendo su razonamiento-” es necesario reaccionar. Dicho de otro modo, Montilla ha puesto en funcionamiento algo tan peligroso como es un supuesto sentimiento de frustración porque «no nos podemos sentir cómodos en España». Puesto en marcha, lo complejo es gestionarlo y la experiencia indica que hay que cajas que es mejor no abrir, salvo que se tenga la certeza absoluta de su contenido. Pero a Montilla, desde Madrid, se le permite todo. Y se le permite todo porque Montilla es mucho Montilla y el PSC mucho PSC. Además y aquí está el secreto, el responsable de «todo» es el PP por haber hecho uso de un derecho constitucional como es el recurrir ante el Tribunal Constitucional, exactamente lo mismo que ha hecho el Defensor del Pueblo o la Comunidad de Aragón. Responsabilizar al PP de lo que pueda ocurrir en una sociedad como la catalana es tanto como «criminalizar» políticamente a un partido democrático. Montilla ha abierto la arriesgada caja de la innece saria melancolía.