Diario de León
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El aullido | luis artigue

Su s lealtades son profundas porque ha vivido mucho, sabe cual es su camino y ya ha aprendido a celebrar hasta el llanto-¦ ¡Pertenece a la estirpe de los luchadores! El tío Tori -pelo blanco, jaca grande y queso curado de oveja en vez de aceitunas en la alforja- es uno de esos socios apasionadamente forofos que merecería cualquier club de fútbol preciosista como el Barça, pero para él no hay más club que la Cultural Leonesa. ¡Casi nada!

Conoce y sigue de cerca a la cantera como un espectador devoto que confía menos en el talonario que en el talento de a pie. Sí, conoce aquello en lo que cree-¦ Y sabe por eso que el futbol tiene que ver tanto con creer como con crear. Su mirada acentúa lo positivo tras las derrotas. Su espíritu crítico para con Cueto y los gestores anteriores no le inclina hacia la acritud sino hacia la lealtad. Entiende el deporte como una oportunidad de apasionarnos y de superarnos.

Con él he aprendido que amar a la Cultural sin desfallecimiento es de titanes. Y es que hay que estar hecho de una pasta especial para ser socio histórico de un Club poco acostumbrado a ganar, y que esto no te dibuje ni una sombra de consternación perenne en tu cara-¦. Hay que entender muy bien la épica y la vida, que vienen a ser lo mismo... De hecho creo que hoy escribo esto principalmente para que los actuales jugadores de la Cultural sepan que, a pesar de todo, del frío meteorológico y del frío del equipo muchas veces, al estadio van fundamentalmente gentes como el tío Tori cuyo ejemplo demanda en sí mismo exigencia; cuyo amor merece ardor. Tendrían que verlo, en medio de este invierno frío como una canción de amor no mutuo, con el estadio semivacío y él, heroico como un quijote nuestro, tras una pancarta que lo dice todo: ¡Cultural, nunca te abandonaremos! Oh, tendrían que verlo haciendo girar su bufanda al viento como si fuera un ideal; gritando ánimo acaso porque sabe que el entusiasmo es esa inercia que multiplica la vivencias y posibilidades. ¡Así podemos más! Mucho de lo que sé sobre la épica me lo ha enseñado Tori con su bonhomía unida a una envidiable capacidad de fascinación: hasta ha enseñado a su nieto Pablo, a Víctor e incluso a Marcos, recién estrenado en la vida, a gritar: ¡Cultural! No le desanima el futbol inocuo, que las cuentas financieras no cuadren o así por el estilo, porque su grado de implicación viene de dentro -del corazón- y conmueve, sí.

En efecto el tío Tori como ejemplo -hay más en León como él- va al estadio cada domingo que toca no tanto para disfrutar, que últimamente no hay manera, sino por amor a lo nuestro, y por eso las decepciones que le depara la desidia de su equipo no le hacen desistir, sino sólo farfullar. ¡Cuánto admiro a la gente de fe verdadera! Tío Tori: los goles pasan de largo, los gestores van y vienen, los salarios no se pagan puntualmente, ascender a segunda A es intentar coronar el Everest en carricoche, jugar la fase de ascenso equivale a quedarse con la miel en los labios-¦ ¡No sé brindar por la Cultural, pe ro brindo por ti!

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