Diario de León
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Tribuna | Enrique Cimas

periodista

Mañana, día 24 de enero, celebramos los periodistas la fiesta de nuestro santo patrón, San Francisco de Sales, obispo de Ginebra -siglos XVI al XVII-, doctor de la Iglesia y, como es sabido, periodista. No un periodista de cumplo y miento , sino un escritor de periodicidades inalteradas, de ideas excelsas, informaciones veraces y obligaciones constantes; como correspondía a un eficaz siervo de Dios. Su forma de hacer periodismo tanto intelectiva como manualmente, es decir, redacción e idea de una parte, y de otra, confección material y reparto de las «hojas», se llevó a cabo gracias a su ingenio y capacidad de coordinación. Escribía textos, disponía pliegos, atirantaba cordeles, entintaba mazos y cosía cuadernillos que más tarde distribuiría barrio por barrio, casa por casa-¦

Pero su periodismo más explícito lo ejerció con la palabra dicha. Sin pelos en la lengua, ni rebozos en la oración; con caridad y claridad; con energía y no obstante amable convicción-¦ Con la misma disposición persuasiva que, por ejemplo, desea Benedicto XVI para los periodistas de ahora mismo «(-¦) Lamentablemente -dice el Papa- en ciertos países, sobre todo occidentales se difunde en ámbitos políticos, así como en los medios de comunicación social, un sentimiento de escasa consideración y a veces de hostilidad, por no decir de menosprecio, hacia la re ligión; en particular la religión cristiana (-¦) Es urgente por tanto definir una laicidad positiva, abierta, y que, fundada en una justa autonomía del orden temporal y del orden espiritual, favorezca una sana colaboración y un espíritu de responsabilidad compartida»-¦ No se puede decir más en menos palabras. En efecto, de algunos periodistas cabe esperar respeto y equidad, a la hora del tratamiento de determinadas informaciones religiosas, en la línea de lo que el Santo Padre llama laicidad positiva.

El obispo Antonio Vilaplana . No fue periodista, pero sí buen amigo del gremio. Lo digo por propia experiencia. Entendía el trabajo de la información impresa o audiovisual como otra catequesis. Como un renovado elemento de propagación de la Palabra por excelencia; para continuar expandiendo el Mandamiento Nuevo.

Tuve la honra, y el privilegio, de estar cerca de él en el trabajo informativo del Sínodo Diocesano ( 1993/ 1.995 ) y medí con razonable aproximación sus consideraciones y afectos para con la gente de la Prensa. Ahora, como un homenaje personal y póstumo, traigo a esta remembranza a quien, siendo obispo de León y notable orador sagrado -además de persona culta de exquisito trato- supo calar la hondura, dimensión y complejidad de mi oficio «palabrero». Se lo agradezco con un humilde recordare . Y no es de extrañar, en un orden general de cosas, la manifestación de emotividad popular en sus exequias, el pasado día 16, presididas por su sucesor en la Silla legionense, don Julián López Martín, y a cuya ceremonia se sumaron varios prelados diocesanos, infinidad de sacerdotes y muchísimos leoneses.

El periodista Antonio Fontán . No será fácil llenar el hueco que este maestro de periodistas nos deja con su definitiva ausencia. Tuvo, no diría yo que obsesión, pero si una notable propensión para la enseñanza y formación de jóvenes periodistas. Por eso fue el primer director del Instituto de Periodismo de la Universidad de Navarra; mientras que, años después, sentaría cátedra en Madrid; además de la universitaria, la del «Madrid», el periódico que él quiso tanto y que solo la estulticia y la política -“con «p» de caja baja- pudieron destruir. Es Antonio Fontán un personaje para la historia del Periodismo español; y para la Política, la Universidad, el Parlamentarismo, la Ciencia clásica -“Filología en particular-, y para el Humanismo cristiano. Lo cual, y referido a esta última faceta, pone de relieve que un católico -“y miembro numerario del Opus Dei- puede hacer compatible y armonizable (en su sustancia espiritual e intelectual) una entidad poliédrica para los campos social, de la comunicación, académico y político. Y cohonestada con la disciplina y el rigor ético de un superdotado del conocimiento.

¿Qué personalidad «dominó» en Antonio Fontán?... Pienso que acaso lo periodístico y lo político se subieran a los primeros puestos de su escala de valores y compromisos humanos. Sin dejar de tener en cuenta que todo, absolutamente todo quedaba impregnado por su condición de hijo de Dios y servidor del prójimo. Periodista, catedrático, senador y presidente del primer Senado democrático; fiel consejero del aspirante al Trono en el exilio, ejerció (original malabarismo en los usos democráticos) de leal servidor del Rey Juan Carlos; además de presidente de partidos liberales y opositor decidido al régimen y, simultáneamente, especialista en saberes latinos sobre el mundo de los Lucano, Plinio, Séneca o San Agustín -¦

Muy a propósito viene la cita de un colega (Carlos Colón, «Diario de Sevilla»), en su alusión a Fontán y sus llamativas facetas (-¦) «Creo que le resultaría difícil a algún joven desinformado -”señala-” entender que se puede ser, a la vez, del Opus, liberal, demócrata y director de un periódico perseguido por el franquismo (-¦) Que muchos jóvenes no lo puedan concebir, y que incluso haya quienes pretenden que nunca llegarán a comprenderlo, es uno de los problemas de nuestro país. Porque entonces les resultará imposible entender la historia de España, valorar ese gigantesco esfuerzo de ingeniería política que fue la Transición, y por ello, pensar el presente y afrontar el futuro con realismo crítico»-¦

Y yo por mi parte reafirmo que, sin duda de ningún género, nuestro patrón, san Francisco de Sales fue, es y será ejemplo permanente para los servidores de la Comunicación del mundo entero. A pesar de que muchos de ellos aparquen la imborrable referencia del Patró n.

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