Elogio de la duda

El rincón | manuel alcántara

No se sabe en qué carteles van a poner algunos nombres, aunque sean de esos que están tan vistos que no los podemos ni ver. El debate se ha abierto antes de tiempo, quizá porque los que transcurren no sean buenos y cunda el descontento. No se sabe bien por qué, pero suele identificarse el cambio con la mejoría, sin tener en cuenta que también se puede variar para ir del mal en peor. No es urgente, pero corre muchísima prisa aclarar las cosas, pero algunos de los que podrían hacerlo no tienen demasiadas luces o bien les conviene la oscuridad para realizar sus maniobras.

Les están dando un largo margen al electorado para que dude y esta indeterminación del ánimo es siempre beneficiosa. Cuestionar, incluso vacilar ante algunas proposiciones, ayuda a pensar, práctica que requiere algún entrenamiento. Lo peor es tener la certidumbre instalada en el entrecejo y suplir las ideas por las ideologías inconmovibles. Está clara que cuando se produce una fluctuación de criterio viene siempre acompañada de un estado de desasosiego, pero eso de mirarse por dentro acompaña mucho. Conocí a un discípulo de Ortega y Gasset, represaliado, que me contó algunas cosas del maestro que no he leído en sus libros ni en sus todavía insuficientes biografías. Refiriéndose al cardenal Segura, en la más estricta intimidad, eso sí, parece que dijo: «Si será bruto ese cardenal, que jamás ha dudado de la existencia de Dios». No es necesario ser un filósofo para disfrutar con los enigmas. No lo es el señor Bono, que dijo que el presidente no tenía intención de presentarse a un tercer mandato, ni tampoco José Blanco, que dice que se sucederá a sí mismo, pero ambos contribuyen a que consideremos las cosas y le demos vueltas y más vueltas, lo que siempre es bueno. Qué duda cabe.