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León

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Crónica berciana | MANUEL FÉLIX

En el Bierzo hay también Esperanzas y Esperanzos Aguirre. De «esas y esos» (terminología bibianesca del régimen socialista) que llaman a micrófono cerrado «hijoputa» a un consejero político de Caja Madrid y a la vez miran en el armero. Y me refiero no sólo a la casta política, sino al resto de los mortales para abajo, incluidos periodistas. Todos nos soltamos la lengua cuando caminamos fuera de la escena pública, y todos somos menos cínicos. Vamos, más nosotros mismos.

He estado dándole vueltas a la última machada de Zapatero de tener que trabajar dos años más para jubilarme -”¡Menos mal que no eligió el 69!-”, y como que no me cuadra la cosa. Zapatero, que lo identifico desde que iba en segunda fila en las procesiones de las fiestas patronales de Ponferrada, no es él. Me lo han cambiado. Como Esperanza en privado. Se perderá con el inglés en las cumbres de Davos, pero es capaz (o al menos lo era) de distinguir al pollo afín, como un sexador en una granja.

Este fin de semana estuve en una cena con currantes de los de toda la vida, de esos a los que fácilmente el sexador de pollos colocaría en la cara el cartel «de izquierdas». Cuando salió el tema del irremediable 67 para la jubilación, a alguno casi le salían espumarajos por la boca contra el inquilino de la Moncloa, el que lleva la «O» de obrero.

Si el Partido Socialista lo tiene muy crudo para ganar al todopoderoso señor del Partido Popular en Ponferrada, si el socialista Fernando de la Torre se postuló ya para alcalde y si el que desde hace tiempo se espera que enseñe la patita por debajo de la puerta, ahora, con lo de la jubilación de ZP, esconderá la cabeza como un banco un billete de 20 euros. Nada, sólo calderilla.

Me fijé con atención en la cara de los que salían en el último Comité Federal del PSOE, en donde se aclamó como en los soviet al gran líder por lo de la jubilación a los 67. Todos, todos reían, y pensé: ¡Qué pena de no plantar allí un micrófono que grabara los sonidos de la mente!. Estoy seguro que saldría alguna psicofonía malsonante.

Con más de cuatro millones de parados, alguien podría pensar que anunciar lo de los 67 el mismo día de publicarse la EPA, fue para dispersar la atención. Pero, ¡ay amigo!, las ideas y el márketing político sí; pero que nos metan mano en el bolsillo y dos años más en el andamio, por ahí si que no. Es evidente que a este ritmo de destrucción de empleo y falta de confianza el sistema quebrará. Por eso, aquí falta «sentidiño» en la gestión. Como el partido de Mandela, porque saldremos todos retratados, incluidos los sindicatos. Lo que pasa es la viva estampa de lo que hablamos en privado.