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El rincón | manuel alcántara

Los inspectores de Hacienda han influido más en la moda que Armani y otros genios del corte, la confección y la factura. Ahora los jóvenes adinerados se disfrazan de pobres amateurs y los papás no presumen de sus vástagos. El dinero, que siempre ha exigido pudor, ahora pide hipocresía, esa modalidad extrema de la prudencia. El gobernador del Banco de España, don Miguel Ángel Fernández Ordóñez, al que hay que suponerle dotado de altas cualidades, pero no de la del candor, ha pedido a la banca el desglose del sueldo de sus ejecutivos. Está fresco. ¡Como que se lo vamos a contar a usted, que tiene la obligación de ser chivato! Un buen secreto es el que se custodia entre una sola persona, ya que si lo saben dos ya no es secreto. Si se lo cuentas a tu amigo más íntimo debes saber que él también tiene un íntimo amigo. El gobernador, cargo al que siempre ha aspirado muchedumbre de ex, ha disfrutado de épocas mejores. El hombre aspira a poner en claro algunas cosas pero aunque se ponga las pilas no hay linternas suficientes para alumbrar tanta oscuridad. Con los sueldos que disfrutan algunos personajillos del sector financiero en España habría para pagar a todos los parados de algunas provincias.

El señor Ordóñez pide «al detalle» los sueldos de los banqueros, como si los banqueros cobraran en nómina a fin de mes y como si los banqueros tuvieran sueldo, en vez de reparto. Pero lo más curioso es que lo pida detalladamente. A Katherine Hepburn, aquel prodigio femenino al borde de la androginia, cuando era ya muy mayor le preguntó un periodista cómo estaba. «Bien, sin entrar en detalles», dijo. Los desgloses de las remuneraciones y la inspección de las cantidades que «en la mano no se ven» se q uedan para nosotros. A ver si no hemos declarado aquellos cuatrocientos euros que nos pagó alguien por un trabajo que valía mucho más.