La opinión del lector (II)
Sama-Velilla: La venta de una tierra
El presidente de la comunidad asturiana se va a reunir con el de Castilla y León para hablar de ¿cooperación? Todos nos tememos que el tema principal de dicha reunión sea encontrar el modo de poner en manos de los alcaldes de los pueblos afectados por la línea una limosna con la que justificar el acatamiento a las directrices de los dos principales partidos del país. El señor Álvarez Areces ha dejado claro su respeto por nuestras tierras y gentes, asegurando que se nos deben dar compensaciones que acallen las tímidas protestas de los afectados. Y seguramente tendrá razón, y los alcaldes, ahogados por la falta de población que sostenga sus pueblos, nos venderán y emplearán esos pocos cuartos en obras que se llenarán de maleza, porque nadie habrá para utilizarlas: parques infantiles, polideportivos, paseos junto al río… ¿Tan difícil es comprender que, como los pantanos, esas agresiones ambientales hipotecan para siempre la tierra y nuestra capacidad de recuperación? Hablamos de las nuevas tecnologías como alternativa de modelo productivo, pero a muchas de nuestras poblaciones rurales no llega aún la TDT, y el ADSL es lento y más caro que en las ciudades. Vivir en nuestros pueblos es casi imposible, por su carencia de infraestructuras, pero en los tiempos de crisis, ellos son el reducto que permite comenzar de nuevo; siempre lo han sido y deberíamos aprender de la historia. Por eso no podemos hipotecar nuestras tierras, y sería bueno que todos los leoneses lo asumiéramos; no sólo los que viven en la montaña, en la que hay una mayoría de ancianos, cansados ya de gritarle al viento. También nuestros intelectuales y políticos, tan informados y capaces ellos, cuyo silencio apenas se entiende, si no es desde la connivencia o el desinterés. No es hora de silencios. La historia se decide en momentos que suelen pasar desapercibidos, pero que se comprenden muy bien retrospectivamente. Éste es uno de ellos. Todos nos consideran un león herido de muerte, al que echar de vez en cuando carroña que otros han despreciado, pero si ese León, apoyándose en su historia, sin miedos ni desprecios de ignorantes prepotentes, comprendiera lo que fue y lo que podría llegar a ser, volvería a respetarse a sí mismo, que es el primer paso para conseguir ser respetado.