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LA OPINIÓN DEL LECTOR (III)

¿Por qué Dios permite las catástrofes?

Publicado por
Ángel Compadre González.
León

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Esta pregunta se la plantean los creyentes de todo tipo de religiones, y también, los que no viven en la creencia y en la esperanza de un Dios, sobre todo, cuando la desgracia se hace presente en nuestro entorno. Los primeros, llevados por la idea de que el «Ser Supremo» es todo bondad y misericordia, no se lo explican desde la razón y sólo empiezan a despejar dudas cuando elevan su mirada por encima del propio ser, intentando encontrar un Dios más cercano que no puede equivocarse y que, desde la fe, nos tiene reservado un «más allá» sin sufrimientos y por toda una eternidad.

Los segundos, quizás agnósticos o ateos, o simplemente, abandonados en la tempestad del ego, de la autosuficiencia y del materialismo, lo tienen más difícil, porque la esperanza es el puerto donde desembarcamos nuestras ilusiones y creencias. Nadie quiere el sufrimiento, ¿cómo lo va a querer Dios? Tiene que haber una segunda lectura que no alcanzamos, el sufrimiento por el sufrimiento es masoquismo y tenemos que elevarlo de categoría para que tenga sentido y sea menos sufrimiento, y si me lo permitís, más llevadero. El mundo donde nos movemos cada vez es más convulso, irrespirable e injusto, y lo hacemos nosotros desde la libertad, que a veces, nos esclaviza, cual caballo desbocado sin riendas que lo domine. Ahora es Haití, país pobre entre los pobres, sin infraestructuras, donde alguien se lo ha llevado crudo o no ha sabido gestionarlo, y así años y años ante la pasividad de las naciones ricas y la impotencia de sus moradores, muchos de ellos cargados con la maleta del analfabetismo. Miles de personas de todas las edades quedaron atrapadas entre los escombros, con el peso de la injusticia social, que es mucho mayor que el de los propios escombros. (...)

Un bombero de nuestra tierra, rescató a un niño que abrazaba a su abuelo moribundo entre los escombros, ese abrazo, todo amor y protección, nos debe llevar a un abrazo más fraterno entre todos nosotros, porque el amor no tiene fronteras. Desde el dolor y la muerte, esperamos se abra la ventana para que entren aires de esperanza y de vida y desaparezcan los contaminados de la soledad, de la manipulación, de la pobreza y del olvido. Si la catástrofe nos enseña a comprender a los demás, a valorarnos como personas sin distinción, parece menos catástrofe y un aldabonazo a nuestras conciencias dormidas. Dios, a veces, escribe con renglones torcidos.... y nosotros, muy limitados, somos incapaces de leerlos.

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