Diario de León
Publicado por
León

Creado:

Actualizado:

La gaveta | césar gavela

Tantos años después, el Bierzo sigue en el olvido. Y aunque se ha avanzado bastante en estas décadas, aún hoy muchas carreteras bercianas terminan en las laderas de una cumbre. No se puede pasar al otro lado. La vida es comunicación y diálogo; la modernidad es abrirse; buscar otros horizontes. El futuro, más que nunca, es mestizo y universalista. Pero eso no resulta fácil cuando las comunicaciones no están a la altura de las circunstancias. Y en el Bierzo andamos muy por debajo de los mínimos.

La comarca ha logrado una autovía en 33 años de democracia. Es importante, sin duda, porque ya podemos ir hacia la meseta dignamente. Y a La Coruña, capital sentimental de muchos bercianos. Pero es muy poco. Porque el resto es un desastre. Disfrazado y recauchutado. Un traba muy severa si tenemos en cuenta que estamos en el año 2010. No en los años sesenta del pasado siglo, cuando ya los periódicos hablaban de estas carencias viarias. Las denunciaban con mucho tino, para no enojar demasiado a la siniestra autoridad de la época, pero ya lo hacían.

El Bierzo no tiene conexión digna con la Cabrera. Tampoco parece que la autovía que ha de unir la pequeña región con el Cantábrico vaya a ser una realidad en los próximos años. Y tendremos que seguir conformándonos con la broma-vía que termina en Toreno. Tampoco existe una ruta rápida hacia el sur de Galicia, el más pujante de la región hermana. Ponferrada y Vigo siguen muy lejos y también el norte de Portugal está en el fin del mundo, tanto por la costa como por Verín. Estas carencias dramáticas están perjudicando muchísimo al Bierzo. No le permiten optimismo alguno. Porque no se puede esperar una mejora económica creíble en la comarca sin esas comunicaciones. Los trágicos cierres de empresas que estos días jalonan la vida berciana se ven multiplicados, y propiciados, por este aislamiento eternal. Creíamos que no, que todo iba a ir bien. Como en el resto de España lo creían. Con muchas ventas de pisos, con una riada de coches de lujo, con muchos dispendios y presunciones. Pero todo eso se ha venido abajo, con los consiguientes dramas familiares y personales. Y ahora, en los tiempos duros, cada vez peores, constatamos que no hay atractivo inversor en el Bierzo, aparte de su gran belleza natural, de su rica historia, de su patrimonio artístico.

Estamos bloqueados. Resignados a nuestra condición tópica: la de ser un territorio legendario, jacobeo, mágico y literario. Acaso seamos todo eso. Pero lo cierto es que con esas premisas no se va a ningún sitio, salvo a organizar grandes fiestas divertidas y respetables donde la buena gente se disfraza de templarios de opereta, y bebe y llora de emoción local. El Bierzo necesita comunicaciones. Es una de las comarcas más rodeadas de montañas de toda Iberia. Necesita un esfuerzo de las administraciones. Y de los propios bercianos en exigir lo que es suyo. Porque, según estamos, no se puede crecer, solo se puede vegetar. ¿Hasta cuándo?

tracking