Diario de León
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Tribuna | Julio Iglesias Cubría

Presidente de la Asociación Autonomía Omañesa. Abogado. Master of Comparative Law. Columbia University. New York.

Hace unos días todos los periódicos de L eón recogieron la noticia de que la procuradora socialista Inmaculada Larrauri pedía a la Junta de Castilla León que se pronunciara sobre la necesidad o no de construir el pantano de Omaña. Se abría así de nuevo una histórica polémica que parece inacabada. Pero lo está. El Gobierno central ha optado, con un presupuesto de estudio de 651.000 euros, por la creación alternativa de balsas de regulación (dentro de la propia zona regable).

Han pasado 25 años. Todo lo que se pretendía hacer con el Omaña entonces, ha quedado desfasado. Aun hoy cientos de hectáreas del pantano de Riaño no se riegan. La modernización de los sistemas ha supuesto una auténtica revolución. Graciliano Palomo, leonés, presidente de la Sociedad Estatal de Infraestructuras Agrarias, resume en cifras contundentes que tan sólo en León se han modernizado ya 29.000 hectáreas, que para el 2015 lo habrán hecho otras 32.000, «quedando asegurado no sólo el futuro del sector, sino toda la industria derivada, la transformadora, con un potencial de crecimiento enorme». Aporta un dato significativo: «De media se ahorrará un 40% de agua. Casi la mitad!

Antes de pedir, hay que mirar hacia dentro. El agua es un bien escaso. Ya no estamos en los años ochenta y hoy, por suerte para todos, la Unión Europea con la directiva Marco del Agua va a discriminar en positivo el ahorro del agua y penalizar a quien la derroche.

Los sindicatos y las comunidades de regantes tienen que hacer un objetivo y ponderado análisis de su entorno rural para adecuar recursos a fines y analizar costes de producción y de modernización. Tienen que vencer, en muchos casos, la inercia de lo que ha sido hasta ahora la tradición. Tienen que superar con explicaciones sensatas el lastre generacional y saber que la agricultura, como cualquier otro sector, solo será rentable con la modernización de los regadíos. Negarse a llevar a cabo la reconcentración parcelaria para optimizar los consumos de agua no permite el cambio de modelo agrícola, que es fundamental para la rotación de cultivos y evitar la accidental caída de precios.

Ahora que se va a producir el traspaso de competencias del Duero a la Junta de Castilla y León -”dicen los sindicatos-” habría que aprovechar esta oportunidad para demandar la puesta en marcha de nuevos pantanos. Habría que hablar con la Constitución en la mano y no procede. España está atravesando una crisis económica sin precedentes. El Gobierno, acertadamente, ha puesto en marcha todo un programa de reducción del gasto.

Existen otras medidas, como hemos visto, para mejorar la calidad de vida de nuestros agricultores. La directiva Marco del Agua no consentirá que sin contrapartidas importantes económicas se pretenda dañar el paisaje sin previamente haber llevado a cabo una modernización forzosa del regadío responsabilizando a los agentes intervinientes de la externalidades del paisaje o de otros recursos naturales afectados. Los Valles, si además son Reserva de la Biosfera, han de quedar garantizados en su conservación y contemplación para el futuro.

Además, el paisaje de Europa está ya lo suficientemente consolidado como para introducir variantes alejadas de un desarrollo sostenible.

Por último, el desarrollo económico y social de Omaña necesita un horizonte estable en el que poder seguir invirtiendo esfuerzos públicos y privados selectivos para asegurarse un futuro competitivo que amplíe la potencialidad provincial sin merma de su patrimonio cultural y humano.

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