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León

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Panorama | josé cavero

Si desde el PP se habían mantenido actitudes más o menos tibias sobre la propuesta del Rey de que los grandes partidos, por el bien de España, llegaran a alguna forma de pacto y acuerdo para salir lo antes posible de la crisis económica, es evidente que la secretaria general, María Dolores de Cospedal, se ha erigido en la autoridad resistente y opuesta, por lo que siempre se supuso: que ve tan clara la llegada a la Moncloa que no quiere que nadie se interponga y la obstaculice. Ni siquiera el mismísimo Rey. Cospedal dio a conocer sus propias condiciones para sumarse a un pacto de estado: Zapatero debería rebajar los impuestos. Es decir, rectificar y enmendar lo anunciado. Pero en sus declaraciones Cospedal es mucho más «transparente», y no emplea medias palabras que oculten sus verdaderas intenciones y propósitos. Por lo menos, cuando dice: «Pactar ahora sería traicionar lo que necesita España. Rajoy planteará en el debate un programa económico muy ambicioso. Lo que no se puede hacer es trasladar la responsabilidad del Gobierno a la oposición». Dicho de otro modo: el PP tiene tan segura su recuperación de la Moncloa y del Gobierno que entiende que cualquier clase de pacto sólo podría alejarle de esos propósitos elementales. El pacto no le interesa, en absoluto..., por más que lo proponga el jefe del estado. Siempre podría sospecharse, además, de que es una treta de Zapatero, que se vale de la Zarzuela para sus propósitos de alinear al principal partido de la oposición en favor de sus planes. Cospedal sostiene también que es propósito de su partido luchar para que la falta de fiabilidad del Gobierno no se traslade a España. O sea, que cada cual está bien donde está, unos gobernando y otros oponiéndose e incluso deseando que el Gobierno lo haga peor, si es posible, para que se haga realidad el «cuanto peor, mejor». Mejor para el PP; claro.

Con estos planteamientos, ante los que Rajoy «consiente y calla», es del todo improbable que salga adelante pacto de Estado de ninguna clase. En realidad, y por más que Rajoy dijera lo contrario, el PP nunca ha estado dispuesto a sumarse a los planteamientos del Gobierno para salir de la crisis lo antes y lo mejor posible. Prefiere su propia «salvación», recuperando la Moncloa perdida. Las condiciones previas para cualquier colaboración son elocuentes, en boca de Rajoy como en boca de Cospedal: Tendrían que rectificar todos sus planteamientos y medidas, como las inversiones del Estado y su correspondiente deuda, como las anunciadas elevaciones de impuestos. Y está por ver en qué medida el PP se suma a los ajustes de gasto que el Gobierno ya ha empezado a urgir a sus correspondientes departamentos ministeriales..., sobre todo teniendo en cuenta que más de la mitad del gasto público «reside» y se produce en las comunidades autonómicas, buena parte de ellas con gobierno del PP. La cumbre de presidentes autonómicos ya intentó ese acuerdo para recortar gastos de las comunidades, y estaba presente en las sesiones de trabajo el mismísimo Rey don Juan Carlos. Pero «los barones» del PP, Feijoo, Pedro Sanz, Esperanza Aguirre, fueron claros en la estrategia de «al Gobierno, ni agua». Aguirre fue la más explícita, al asegurar, en aquella ocasión, que «no vamos a dar bazas al Gobiernoa». Tan clara como Cospedal ahora: pactar ahora sería traicionar lo que necesita España, dice. Y no duda en que lo que necesita España es al PP en el Gobierno.

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