Diario de León

Requiem por el comercio tradicional

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León

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Tribuna | Juan Dopico

Vocal de Comercio del CEL

La situación que vive el pequeño comercio es cuanto menos preocupante. Dando un paseo por los distintos barrios de la ciudad, entre las zanjas, barreras y máquinas del inacabable Plan E, se puede percibir esa realidad en forma de liquidaciones y cierres. Se quejan, basta hablar con ellos y parece lógico que lo hagan. « No tenemos ninguna ayuda, de nadie, mira ¿tu crees que va a entrar alguien en mi tienda cuando tienen que sortear esa zanja, el barro de los charcos y esquivar ese montón de escombros? A mí se me quitarían las ganas. Pues a ellos también, Aquí no entra ni Rita. Más vale que acaben pronto con las aceras o no llegamos a Semana Santa» , me decía uno de ellos.

Claro, son pequeños, si cierra uno, no es bueno, desde luego, pero tampoco tiene el alcance en los registros estadísticos de por ejemplo, Antibióticos. A lo sumo un autónomo y dos empleados, que serán jóvenes sin muchas obligaciones, por lo que pueden pasar fácilmente hasta que encuentren otro trabajo. Eso es todo. «Mira a los de los coches como les ayudan y a nosotros nos toman por el pito del sereno». Dese un paseo por la ciudad y a poco que pregunte, podrá encontrar lamentos.

«Pero como no va a estar cerrado, a uno se le quitan las ganas; todos son complicaciones, mientras que a los «chinos» se les dan todas las facilidades para abrir un negocio». Y otro: «P ues mira, entre la crisis y los chinos, no levamos cabeza , comentaba absolutamente resignado. Con este pesimismo generalizado, no sé como vamos a hacer para que entren clientes, ya no te digo nada de comprar» . De hecho la caída de las ventas ha provocado que muchos tengan que liquidar, lógico.

En muchos casos podemos entrar en tiendas que ofrecen productos de alta calidad y valor añadido en su mayoría fabricados en España (v.g. calzado), pero que atraviesan cada vez más dificultades debido a la competencia asiática. «Traen productos muy baratos de una calidad ínfima (luego vienen los lamentos), trabajan las 24 horas del día, padres, hijos y espíritus, porque muchos no tienen ni contrato. Si es que no descansan ni para comer, que lo hacen en la tienda. Así no se puede». Y bueno, ¡huy! si les preguntamos por el rastro. « Es increíble, nosotros estamos aquí todos los días, pagamos nuestros impuestos, contratamos personal que a su vez gastan en nuestra ciudad, soportamos impuestos, tasas, contribuciones, inspecciones, controles y más controles:  ellos  vienen, de Benavente o alrededores, se ponen el domingo en el centro de León, venden y marchan. Y ahora les cambian de sitio y protestan y encima el PP les apoya ¿pero en qué está pensando el PP? ¿Pero no leen los letreros de cierres y liquidación que adornan nuestras calles?»

Pero además a la competencia asiática se les une la de las grandes superficies . «Fíjate unos y otros son casi lo mismo hoy en día, tienen una oferta que pasa por todos los productos: pasta de dientes, palomitas, patatas fritas, menaje, colonias, regalos y alguno he visto yo que ofrece fruta y pan. Si esto no es competencia desleal que baje Díos. Pero si en la mayoría de los casos ni tienen licencia para vender esos productos, con que me extrañaría que tuvieran contratos laborales».

Muchos responsabilizan al Gobierno (o quien tenga competencias), «que protege a los que no tienen que proteger. No se comprende las facilidades que se les dan. Disfrutan durante cinco años de exención de impuestos y cuando el plazo expira, cambian de titular y se tiran otros cinco años sin pagar a Hacienda. Y yo «tacatá» -”dice mientras golpea una mano contra la otra en señal de pago-” cada mes. Todos se lamentan de la decisión de subir el IVA el próximo año: «Ya ves tú, al final más de lo mismo, la subida la absorben los de siempre, porque cómo vamos a repercutirlo en el precio según está el patio. Nos la comeremos con patatas y punto. Si es que así no se puede, hombre, no se puede».

Así, claro, se quejan de que muchos de sus proveedores están buscando también en el mercado asiático ofertas, buscando mayor competitividad en precio. «Pero al final pierde el consumidor, si es que no hay otra. Yo sin embargo, hasta que el cuerpo aguante me niego, soy responsable de lo que vendo y de mis clientes, lo he sido desde hace trece años y ahora más, que me conocen. Y mira yo al final del día duermo tranquilo. La calidad es salud a pesar del precio».

También tienen para los bancos. «Parece mentira, llevamos ya ni me acuerdo, trabajando con ellos sin pedirles nada y ya ves una póliza de crédito para comprar la ropa de primavera y que si tienen que estudiarla, que si el riesgo, que si las firmas y al final nada. He tenido que buscarme la vida. ¡Vaya apoyo a la empresa de nuestros bancos!»

Anímese, pasee por nuestras calles y pregunte, ya verá lo que encuentra.

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