Volver a empezar

Aquí te espero Camino gallego

Y a se sabe que después del Martes de Carnaval viene el Miércoles de Ceniza, o sea que tras el despendole habrá que apretarse el cinturón. Eso es lo que está pasando en la economía mundial y, por efecto de la globalización esa, también en la nacional y en la local.

Hay quien cree que a base de ser optimista y decir que se ve el final del túnel volverán los buenos tiempos, pero me temo que eso no es más que una conducta tan infantil como la de cerrar los ojos y creer que no te ven. Hemos jugado demasiado tiempo a ser ricos, a actuar como si el dinero creciera en los árboles y sólo hubiera que esperar a la recolección y ahora que estamos en la época de las vacas flacas (las bíblicas duraron siete años, siete) no sabemos qué hacer, y esperamos que sólo sea un mal sueño y que pronto vuelva todo a ser como antes. Pero mientras eso ocurre no podemos estar de brazos cruzados, porque hay cosas que no pueden esperar. El mantenimiento de una ciudad es lo mínimo que la autoridad puede hacer porque eso es lo básico de toda comunidad: que las calles esté limpias, bien asfaltadas, bien pintadas, con su mobiliario en perfecto estado, bien iluminadas, que haya seguridad, que las obras estorben lo menos posible a los vecinos y que se hagan en el plazo más breve para ocasionar los menores problemas a quienes afecten y que se controle su ejecución para evitar que haya que volver a rehacerlas. Ya sé que esto es el abc y casi una perogrullada, de tan evidente, pero en los años de vacas gordas Poridad ha llegado a creer que lo suyo es otra cosa: intervenir en consejos de administración de clubes deportivos, promover conciertos y entretener el ocio vecinal, construir instalaciones faraónicas... y así estar tan ocupado que no queda tiempo para lo básico , que además no sirve para presumir.