Diario de León
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Al día | charo zarzalejos

P por fin inició su andadura la Comisión para un pacto económico, propuesta por el presidente del Gobierno en el pleno de hace una semana. Se trata, al parecer, de encontrar un amplio acuerdo sobre medidas concretas para afrontar una crisis que, según el propio Gobierno, va quedando atrás, hasta el punto de que al final del primer semestre iniciaremos la senda del crecimiento y a final de año, según el propio presidente Zapatero, se iniciará la creación de empleo neto. La mesa reunida es la mesa de las mesas. Es como si con este encuentro comenzara la historia, como si antes nada hubiera ocurrido, como si antes, en fin, no hubiera habido acuerdo alguno con grupo alguno. Los hechos son fríos y contundentes. Hasta el momento el Gobierno ha contado con la mayoría suficiente para llevar a cabo las medidas que ha considerado oportunas y muchas de ellas apoyadas expresamente por el PP, después de que Zapatero hubiera telefoneado a Rajoy. Los acuerdos del Gobierno con el principal grupo de la oposición se han fraguado en tiempo record; ha bastado que sus máximos responsables se pusieran de acuerdo.

Ahora ha cambiado el método y se buscan soluciones cuasi asamblearias y ello bajo el mantra de que el PP no arrima el hombro, como si CiU estuviera absolutamente de acuerdo con el Gobierno o no exigiera, al igual que el PP, la no subida del IVA, o como si Izquierda Unida estuviera encantada con la política del Gobierno. Forma parte de la estrategia socialista volver a la leyenda de la legislatura pasada consistente en la frase «el PP se ha quedado solo». Los populares no deben despreciar el posible efecto que esto pueda tener entre los ciudadanos y debe ser consciente de que entra en territorio de un cierto riesgo. Pero este riesgo no es mayor ni distinto al que asume el PSOE al no trabajar en serio y de manera decidida por un acuerdo con el principal partido de la oposición y buscar, como ha venido haciendo, apoyos en grupos tan legítimos como minoritarios. El próximo encuentro ha sido convocado para el lunes y si el jueves Salgado y Montero dieron la sensación de haber estado en reuniones distintas, es seguro que a medida que se avance en las conversaciones será más fácil delimitar acuerdos y desacuerdos. El lunes recibirán todo un documento más pormenorizado, porque el que examinaron ayer, a juicio de la mayoría, era un mero índice de cuestiones. La idea de un pacto de Estado se ha instalado de manera un tanto artificial. Nadie en la calle desprecia la idea del pacto y siempre es mejor el acuerdo que el desacuerdo, pero conviene tomar distancia. Un pacto de Estado no se gestiona como se está gestionado la mesa de las mesas. Si no hay ese acuerdo, no pasa nada. Todo seguirá como hasta ahora. Es decir, el Gobierno tendrá la mayoría necesaria para gestionar la crisis. Nunca le va a faltar quien le acompañe en sus medidas y todos ellos, los que apoyen y los que no, tendrán que rendir cuentas ante los ciudadanos cuando llegue la hora de ir a las urnas. Ni ayer comenzó la historia ni se acaba el mundo porque no haya pacto de Estado. Que nadie se agobie, porque en política, y también ahora, no siempre es fácil separar la verdad de la ficción.

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