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León

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Historias del reino margarita torres

El pasado jueves, con motivo de la entrega de la Medalla de Oro de las Cortes de Castilla y León a San Isidoro, tuvimos ocasión de comprobar los efectos benéficos de un acuerdo que hermana a los grupos parlamentarios por encima de las diferencias políticas. Cierto que en esta oportunidad se trataba de una circunstancia amable, de un reconocimiento más que merecido por todo lo que para los leoneses, para este país y la cultura europea han supuesto tanto la figura insigne de San Isidoro como la propia colegiata y todo lo que a ella se asocia, especialmente los canónigos que mantienen en ella la vida con su ejemplo y constancia. Mientras escuchaba las palabras del bad de la real colegiata, en nombre de todo el cabildo, y el discurso del presidente de las Cortes no podía menos de imaginar cuán oportuno sería en este momento de crisis, por el que atravesamos los españoles, que en la Carrera de San Jerónimo los unos y los otros, en lugar de gruñirse por los pasillos o arañar las palabras hasta hacerlas sangre, pensarán antes en el bien de un país y unos ciudadanos.

Rajoy hinchó pecho con aquello del caminemos al compás por todos los españoles, apoyémonos los unos en los otros por el bien de la nación. Hasta que el PSOE tendió esa mano, sobre los mismos objetivos comunes-¦y quedó sostenida en el aire sin que hubiera quien la estrechara. Regresaron entonces las diferencias, el navajeo a la caza del voto futuro, las discrepancias, el ir y venir de reproches mientras el ciudadano, el votante, el que le paga los sueldos a estos señores, sigue inmerso en la crisis que todos cacarean defender pero que, llegado el momento de mancomunar esfuerzos, dejan que cabalgue libre por la desesperación de quienes pierden trabajo, agotan el paro o son vencidos por el peso de las hipotecas que los bancos ofrecían rumbosos años atrás.

Afirma un antiguo presidente del Fondo Monetario Internacional -”y no me refiero al señor Rato-” que España muestra menos deuda exterior que muchos otros países de la zona euro, que los tiburones financieros que acechan a la caza de víctima, los mismos que provocaron con su ambición este hundimiento de fe, esperanza y dinero, aguardan a hincar los dientes sobre nuestras carnes. Para ello, ennegrecen un panorama ya de por sí complejo, juegan con las famosas AAA que convierten en seguro o condenan a un país a la hora de ofrecerse a inversiones externas. Dice el mismo señor, profesional del ramo y experto que nos arrastraron a esa crisis dos años después de que hubiera ahogado a otras economías, esto es: que para bien o para mal, durante veinticuatro meses remamos en barco rodeados de náufragos. Hasta que el bote se hundió y pasamos a compartir problema.. Siguiendo el modelo europeo, deberíamos comenzar a asomar cabeza sobre el 2011. Desafortunadamente este año crucial, PP y PSOE fuera de esta autonomía no consiguen ese acuerdo demandado por los ciudadanos. Por un momento, a una le gustaría imaginar a ciertos líderes nacionales en el puesto de un parado de cincuenta años que se ha quedado sin casa y sin prestación social. Ay, Dios mío, entonces. ¡Cómo cambiaría todo!