La opinión del lector
Homenaje contra sermón
Escribo en nombre propio y de mi familia, de mis tíos, primos y de nuestros hijos y nietos, en homenaje de mi tío José Rodríguez Martínez, que en silencio e inesperadamente falleció el pasado día 22 de febrero en Malillos de los Oteros. Nuestro querido tío Pepe era soltero, y no era un tío al uso, de esos que sólo llevan el nombre. No, nuestro tío era de los ejercientes, de los practicantes, de los que llenaban su boca orgulloso de sus sobrinos. Siempre cariñoso y cercano a nosotros, incluso fue «padre» para sus sobrinas huérfanas.< /br> Trascendiendo lo familiar era un hombre honrado, firme y recto en su vida de recio y adusto ganadero leonés; mi tío Pepe era, me consta, respetado, admirado y querido por muchos y en diversos círculos, como así lo atestiguan las muy numerosas personas que nos acompañaron en su despedida. También estaba desengañado y en su propio pueblo, del que tan orgulloso se sintió, decía: «no hay otro pueblo en la comarca del que haya salido tanta gente estudiada», se sabía criticado por algunos vecinos, aquellos que envidiosos, acostumbran a corrillos y maledicencias, fariseos ellos, de golpe en pecho dominical. La familia sabemos quiénes son. Ellos debieron ser los que, con sus poco atinados comentarios, llevaron al párroco de Malillos a darnos un sermón exento del consuelo, perdón y la esperanza que todos buscamos en la Iglesia, en la misa que al día siguiente de enterrar a nuestro tío celebramos y a la que todavía asistimos con el corazón encogido por la pena. Huelga decir que dicho párroco, del que a propósito omito el nombre para no significarle demasiado, de nada conoció a mi tío, ni a nuestra familia. Desde aquí pido que Dios perdone, señor cura, su falta de caridad y la humillación que nos ha infligido.
Mª Jesús Lozano Rodríguez. León.
Gracias, Sacyl
El pasado día 30 de enero, por un accidente doméstico de cierta gravedad, ingresamos por urgencias a mi esposa F.C.A. en el Hospital de León. Quiero romper una lanza a favor de la sanidad española y concretamente hacia el Hospital de León. Parece fácil quejarnos cuando no recibimos el trato que deseamos pero nos cuesta mucho agradecerlo en caso contrario. Por ello y por una vez, agradezcamos, y es que en el caso de mi esposa debo expresar mi gran admiración hacia el centro, pues desde el primer instante del ingreso fue atendida de manera exquisita, no sólo sanitaria sino también humamente, por un amplio equipo de profesionales, sin reparar en los elevados costes de las pruebas y del tratamiento, y obviando la identidad del paciente. Paso cuatro días en la uci y dos en planta y hoy se recupera felizmente en casa agradecida por el trato recibido.
Queremos transmitir con esta carta a todos los ciudadanos que debemos tener el máximo respeto y admiración hacia la sanidad pública, y más cercanamente al Hospital de León, y no verter quejas si nos hacen esperar cuando acudimos a urgencias por un simple estornudo. Cuando existe una urgencia de verdad la atención es inmediata. Aplaudamos nuestro sistema sanitario y no colapsemos las urgencias por causas que verdaderamente no requieran de dicha atención.
Carlos López. León.