Diario de León
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Al trasluz | eduardo aguirre

Si en la anterior columna informábamos sobre una campaña nacional para propagar confianza, con el lema «Esto sólo lo arreglamos entre todos», hoy debemos hacernos eco de otra similar, ya en nuestro ámbito municipal, que proclama «Vamos León». Ambas son aportaciones a esa búsqueda colectiva del grial del optimismo perdido. ¿Será por campañas? Si nuestra incertidumbre ha de parapetarse detrás de algo que sea del humor, la barricada más barata y segura. Sin dinero, tienes problemas de tesorería; pero sin humor, estás en quiebra. Cada sonrisa es un destello de paradojas, cuando el blues de la alegría suena como un solo de armónica. Como católico, no solo tengo confianza, también esperanza; el matiz diferenciador entre ambos conceptos es el mismo que hay entre el azar y el milagro.

Con motivo de la campaña «Vamos León» van a sortear desayunos con el alcalde, para que se le aporten sugerencias entre sorbo de café y galletas, esto dicho sin segundas. Francisco Fernández es político de grata conversación, pero yo de los afortunados llegaría a la cita ya desayunado, no vaya a ser que, dado el estado de las arcas municipales, te toque pagar lo tuyo y lo que se debe de antes. Es broma, claro, que él sabrá perdonarme, sólo otro estribillo más del blues de la alegría, al que espero dedicar una columna cuando la musa me sea propicia. Cierto: sin dinero, careces de liquidez; pero sin humor, estás en la peor de las quiebras, pues sus destellos son la reserva de oro para los tiempos difíciles, de los que saldremos entre todos. Tu sonrisa la heredaste y se la debes dejar a los tuyos cuando te vayas, como la piedra filosofal de un patrimonio mágico. ¿Hay mejor legado? Vivir es un enigmático blues de la alegría. Pero de mística, en efecto, ya hablaremos otro día.

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