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León

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El coche eléctrico europeo se construirá en León

Según noticias ya confirmadas, el coche eléctrico europeo, objetivo número uno de la industria mundial, se construirá y montará en León, con la finalidad de inundar Europa con un coche eléctrico asequible a todas las economías, y dedicado especialmente a los jóvenes y a  los demás ciudadanos que lo utilizarían como segundo coche de apoyo. Será una factoría dedicada en exclusiva a la fabricación de un coche sencillo y barato, un auténtico Volkswagen, «Coche del Pueblo», (según su etimología volk: pueblo —con la «s» del genitivo sajón, del pueblo—, y wagen: coche). La producción se iniciará con un modelo único (con el fin de abaratar costes), y, si el mercado lo exige, se añadirán otros modelos nuevos. El nombre del modelo no ha sido aún decidido, aunque se sugieren varios relacionados con la historia y nomenclaturas de esta tierra…

Los promotores de la empresa han sido la Diputación y el Ayuntamiento de León, conjuntamente con el Ministerio de Industria. La Junta de Castilla y León se ha negado a colaborar en la empresa con el argumento de que esta factoría significaría una competencia desmedida para las Empresas Automovilísticas de Castilla, por la gran rentabilidad prevista para el nuevo coche eléctrico.

Si fuera necesario aumentar la fabricación del modelo, se crearían empresas subsidiarias en Zamora y Salamanca. La empresa madre que proporcionará y cederá la licencia, y que se ocupará del control técnico y explotación y canalización de ventas, será una compañía automovilística china, coreana o japonesa, (todavía no se tomado la decisión definitiva), pero en fechas próximas se hará pública la decisión tomada.

La financiación correrá a cuenta, en un 60%, del fabricante de la marca, y el otro 40% lo proporcionarán las siguientes instituciones: El Ministerio de Industria, el Ayuntamiento y Diputación de León, una asociación de empresarios leoneses creada para este fin, y lo más novedoso, la participación accionarial individual de miles de leoneses, deseosos de promocionar la industria y el progreso social en León, y conscientes de la rentabilidad económica que les proporcionaría el reparto de los dividendos accionariales de la floreciente empresa. Una «joint venture» muy rentable y exitosa, han confirmado los expertos en la materia. La satisfacción y casi euforia de todos los leoneses se ha extendido por toda la región y se detecta entre toda la ciudadanía la sensación de que, ahora, definitivamente, la situación económica, social y demográfica cambiará de una vez para siempre.

Esta empresa no es un sueño utópico, basta con que todos los estamentos económicos y políticos de la región se pongan en movimiento…

Ángel Pajín Álvarez. Editor.

El Omaña, no es la opción

Los periódicos de León recogieron la noticia de que la socialista Inmaculada Larrauri pedía a la Junta de Castilla León que se pronunciara sobre la necesidad o no de construir el pantano de Omaña. Se abría así de nuevo una histórica polémica que parece inacabada. Pero lo está. El Gobierno central ha optado, con un presupuesto de estudio de 651.000 euros por la creación alternativa de balsas de regulación (dentro de la propia zona regable).

Han pasado 25 años. Todo lo que se pretendía hacer con el Omaña entonces, ha quedado desfasado. Aun hoy cientos de hectáreas del pantano de Riaño no se riegan. La modernización de los sistemas ha supuesto una auténtica revolución. Graciliano Palomo, leonés, presidente de la Sociedad Estatal de Infraestructuras Agrarias resume en cifras contundentes que: tan solo en León se han modernizado ya 29.000 hectáreas, que para el 2015 lo habrán hecho otras 32.000, «quedando asegurado no sólo el futuro del sector, sino toda la industria derivada, la transformadora, con un potencial de crecimiento enorme». Aporta un dato significativo: «de media se ahorrará un 40% de agua. Casi la mitad! Antes de pedir, hay que mirar hacia dentro. El agua es un bien escaso. Ya no estamos en los años 80 y hoy, por suerte para todos, la UE con la Directiva «Marco del Agua» va a discriminar en positivo el ahorro del agua y penalizar a quien la derroche. Los sindicatos y las comunidades de regantes tienen que hacer un objetivo y ponderado análisis de su entorno rural para adecuar recursos a fines y analizar costes de producción y de modernización. Tienen que vencer, en muchos casos, la inercia de lo que ha sido hasta ahora la tradición.

Tienen que superar con explicaciones sensatas el lastre generacional y saber que la agricultura, como cualquier otro sector, sólo será rentable con la modernización de los regadíos. Negarse a llevar a cabo la reconcentración parcelaria para optimizar los consumos de agua, no permite el cambio de modelo agrícola, que es fundamental para la rotación de cultivos y evitar la accidental caída de precios. Ahora que se va a producir el traspaso de competencias del Duero a la Junta -dicen los sindicatos- habría que aprovechar esta oportunidad para demandar la puesta en marcha de nuevos pantanos. Habría que hablar con la Constitución en la mano y no procede. España está atravesando una crisis económica sin precedentes. El Gobierno, acertadamente, ha puesto en marcha todo un programa de reducción del gasto. Existen otras medidas, como hemos visto, para mejorar la calidad de vida de nuestros agricultores. La Directiva Marco del Agua no consentirá que sin contrapartidas importantes económicas se pretenda dañar el paisaje sin previamente haber llevado a cabo una modernización forzosa del regadío responsabilizando a los agentes intervinientes de la externalidades del paisaje o de otros recursos naturales afectados. Los Valles, si además son Reserva de la Biosfera, han de quedar garantizados en su conservación y contemplación para el futuro.

Por último, el desarrollo económico y social de Omaña necesita un horizonte estable en el que poder seguir invirtiendo esfuerzos públicos y privados selectivos para asegurarse un futuro competitivo que amplíe la potencialidad provincial sin merma de su patrimonio cultural y humano.

Julio Iglesias Cubría. Presidente de la Asociación Autonomía Omañesa.