Onda Chachi
En blanco | javier tomé
Aunque todos asumimos que la política es un juego de toboganes y escaleras, los tres integrantes del trío Calavera que se erigieron en guardianes del planeta para montar la tomatina en Irak, siguen convencidos de haber nacido para la gloria. El señor Bush, conocido antaño como el Enano Cochino en los baretos que solía frecuentar durante su etapa como bebedor, asegura que el buen Dios guió sus tareas de gobierno. ¡Leñe! Resulta evidente que si el Señor quiso que George naciera así, Él tendrá sus buenos motivos. Otro que tal baila es el amigo Blair, que no se besa a sí mismo porque no se llega. La semilla del dragón ha prendido en su prodigioso cerebro, hasta tal punto que, en una reacción de lo más sana y viril, se ha defendido como un gladiador ante la comisión que investiga la participación del Reino Unido en Irak, asegurando que no se arrepiente de nada y volvería a hacerlo. Se especula ahora sobre si este hombre adornado con un perfil de camafeo tiene la cabeza en estado de tiovivo o, según otras fuentes, su problema radica en que no calla la boca ni debajo del agua. Se admiten apuestas.
Y completa el reparto nuestro querido Aznar, convertido en catedrático dentro del noble arte de hacer reír. Aseguran sus detractores que es un hombre de discurso cerril, cuyo problema es que bebió del negro manantial con aguas que despiertan el deseo de venganza. Yo no lo veo así. Bueno, es cierto que a veces el temperamento le juega malas pasadas, como ocurrió en Oviedo, pero eso lo achaco a su espíritu deliciosamente travieso y provocador, incapaz de doblegarse ante la chusma inmunda. El antiguo presidente vive sumido en una suerte de Onda Chachi, de ahí las maneras juveniles y otras particularidades de gimnasio. No acabo de creerlo, pero las malas lenguas cuentan que han nacido niños concebidos durante un discurso de Aznar. ¡Válganos Dios!