Algo habría que hacer
El corro | pedro vicente
Mientras el gobierno de España sigue viendo el espejismo de los brotes verdes (el último de ellos ha sido un leve repunte en la afiliación a la Seguridad Social que no ha evitado un nuevo incremento del paro), a medida que pasan los meses se confirma que el 2010 va a ser el año crítico de una recesión económica que todavía sigue sin tocar fondo. Pero no es sólo el optimismo antropológico de Zapatero el que confunde los deseos con la realidad y no reconoce lo que falta -”y lo que va a costar-” superar la crisis. En Castilla y León las previsiones económicas de la Junta también están saltando por los aires y no precisamente para bien.
A través de Funcas, la prestigiosa fundación económica de las Cajas de Ahorro, hace unos días hemos sabido que en el 2009 Castilla y León fue la tercera comunidad autónoma que registro mayor caída de su Producto Interior Bruto, un 4,25 por ciento, sólo detrás de Aragón y Cataluña y a notable diferencia de la media nacional (3,83 %). Un mal dato que desmiente la idea de que ésta era una de las comunidades autónomas que mejor estaba capeando la crisis. Desde la Junta se ha relativizado esa caída del PIB achacándola a la pésima cosecha agraria registrada el pasado año. Pero el del PIB no ha sido el único dato negativo. La propia Consejería de Hacienda reconocía unos días antes que en el 2009 la Junta recaudó 124 millones de euros menos de los presupuestados en concepto de tasas e impuestos, una desviación negativa del 17 por ciento. A la luz de dicho déficit recaudatorio, y de su consiguiente agujero en la tesorería, se entiende la decisión tomada por la Junta de cerrar el pasado ejercicio presupuestario con fecha 30 de noviembre, imputando el gasto posterior a las cuentas del 2010. Y otro indicador aún más preocupante: en los dos primeros meses del año el paro ha crecido en Castilla y León por encima de la media nacional, aproximándose ya peligrosamente a la frontera de los 200.000 parados que marca el máximo histórico de desempleo en esta comunidad autónoma. Las cosas están evolucionando mucho peor de lo que se esperaba, hasta el punto de que la propia Funcas ha revisado sus previsiones económicas para el 2010, augurando a Castilla y León una recesión del 0,9 por ciento, dos décimas peor de la prevista el pasado mes de noviembre. Dicha predicción se aleja notablemente de la contemplada en los Presupuestos de la Junta, que reducía la recesión al 0,2 por ciento y no digamos de la disparatada previsión del grupo Hispalink (Departamento de Estadística y Econometría de la Universidad de Valladolid), que pronosticó un crecimiento del 0,5 por ciento. Los indicadores señalan que en Castilla y León los efectos de la crisis han llegado más tarde y son ahora más agudos que en el conjunto de España. Ante ello, la Junta debería replantearse la estrategia consistente en contemporizar y echar la culpa de todo al Gobierno de Zapatero. A diferencia de otras comunidades, en Castilla y León no se utilizado en toda su potencialidad el margen de maniobra propio para combatir y paliar los efectos de la crisis. Algo más podría y debería de hacer el gobierno de Juan Vicente Herrera.