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León

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Aquí te espero Camino gallego

Parece que todos están de acuerdo en que el turismo es de lo poco que podemos ofrecer en esta provincia, de lo poco que no nos pueden quitar (las montañas, la nieve y el patrimonio histórico están ahí inmóviles), después de que la minería, la ganadería y la agricultura estén en las últimas. Supongo que ese afán de promover el turismo es el que ha llevado a Junta, Diputación y Ayuntamiento de la capital a gastarse el oro y el moro en intures y fitures, con viajes de turoperadores de todo el mundo y algunas giras de hermanamiento con los sitios más peregrinos.

Lo que no entiendo es que se quiera promocionar el turismo y se le pongan zancadillas aquí mismo. Porque una cosa es hacer una campaña para lograr que vengan visitantes y otra fastidiarles cuando están aquí. Lo que se ofrece en una feria es una posibilidad y a pesar de que se venda bien pueden influir muchas cosas para que no vengan y al final no fructifique lo que se sembró. Pero cuando ya están aquí lo que no podemos hacer es tratarles mal, porque entonces no es que no vuelvan, o que no se queden ni una sola noche o sólo una porque no les quede más remedio, es que el boca a boca nos será desfavorable.

Y cómo quieren que hablen maravillas y se vallan encantados si les cuesta encontrar la oficina de turismo (que nunca se debió quitar de enfrente de la Catedral, y evitar el mal efecto que ahora produce ese local sucio y pintarrajeado), si los horarios de los monumentos son cortos y partidos y si no se les da ni siquiera un plano. Han leído bien, el otro día una pareja me preguntó el nombre de una calle, porque no hay placas en las esquinas y no lo entendían en la fotocopia del plano que les habían dado en la oficina de turismo. Una fotocopia, sí. De locos.