Diario de León
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El mirador | julia navarro

Mientras socialistas y populares se ponían de acuerdo en el Parlamento Europeo para denunciar el régimen cubano, nuestra diplomacia, bajo la batuta del Gobierno como no puede ser de otra ma nera, anda empeñada en que la Unión Europea no apriete demasiado las clavijas al régimen castrista. Y no porque sean partidarios de los Castro, simplemente porque creen que los bloqueos no conducen a ninguna parte y al final quien sufre las consecuencias es el pueblo cubano. La verdad es que es difícil encontrar el punto medio con los países que son dictaduras como la cubana, o regímenes dictatoriales como lo es el venezolano.

Si nos ponemos rigurosos deberíamos de romper relaciones con más de la mitad de los países que forman parte de Naciones Unidas. Democracias hay pocas y como está claro que no es realista ni práctico romper relaciones con nadie y que por encima de los regímenes políticos están los ciudadanos, lo normal es que mal que nos pese debemos de tener relaciones diplomáticas con quienes no nos gustan ni poco, ni mucho, ni nada. Otra cosa es la intensidad de las relaciones y en su caso la postura de firmeza ante algunas situaciones.

Por ejemplo, no es admisible que el Gobierno español mire hacia otro lado cuando el presidente venezolano califica de mafioso al ex presidente Aznar. No lo es tampoco que defiendan con la boca pequeña al juez Velasco, que tiene un procedimiento abierto en el que hay indicios más que suficientes de la colaboración entre las FARC y ETA.

Se echa de menos una respuesta diplomática contundente, un aviso a Chávez de que hay líneas que no le vamos a permitir traspasar. En cuanto a Cuba, de nuevo la cuestión es cómo modular las relaciones con el castrismo.

Verán, a estas alturas sólo los necios o los fanáticos pueden negar lo evidente, que Cuba es una dictadura feroz donde se tortura y se asesina a los disidentes. Pero una vez dicho esto, lo que hay que ver es qué es más eficaz para ayudar a los disidentes, si insultar a los Castro o intentar mediar para salvar a algún disidente de sus garras.

Puede que el Gobierno español sea pusilánime respecto a Cuba y a Venezuela, pero asusta la virulencia del PP y sus terminales mediáticas a la hora de plantear cómo resolver el problema. No sé si lo que pretenden es que rompamos relaciones diplomáticas, si que se cree un conflicto diplomático, si declararles la guerra, o qué. Y luego resulta muy peculiar lo mucho que les anardece lo de Cuba y Venezuela pero no digan esta boca es mía de la violación de los derechos humanos en China, en Arabia Saudita, Irán, Yemen, Nigeria, Afganistán, etcétera.

La derecha española parece que la única dictadura que no puede soportar es la cubana y el único régimen semidictatorial, el venezolano. Ya digo que nuestra diplomacia debería de encontrar el punto medio, que a mi juicio no es ni el virulento del PP, ni el, a veces, excesivamente complaciente del Gobierno. Pero no echemos la culpa a los diplomáticos, al fin y al cabo están al servicio del Gobierno.

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