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León

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Panorama | victoria lafora

El ex presidente del Gobierno José María Aznar ha dicho a una canal de televisión q ue se siente injuriado y difamado hasta extremos increíbles. No se refería a las intolerables declaraciones del mandatario venezolano Hugo Chavez, si no a lo que el considera una campaña de desprestigio puesta en marcha por el Gobierno socialista.

Todos los ex presidentes que han pasado por la Moncloa, desde Adolfo Suárez, Calvo Sotelo, o el propio González, han sufrido el síndrome de marginación tras el abandono del poder. Ya nos dijo Felipe González que los ex presidentes son como jarrones chinos que no se sabe donde ponerlos. Pero en el caso concreto de José María Aznar se da la paradoja de que fue una decisión personal e inamovible la que le llevó a no repetir en las listas de su partido, a designar él mismo a su sucesor y a dejar, incluso, la dirección del Partido Populat. Posiblemente no esperaba que su «delfín» sufriera dos derrotas. Pero desde marzo de 2004, y se cumplen hoy seis años, no se le ha oído, ni desde España ni desde el extranjero -”cosa que es mucho peor-” ni un solo un comentario favorable a ninguna actuación gubernamental, aunque esta fuera intrascendente.

Más bien, ha utilizado todos los adjetivos y calificativos posibles para desprestigiar la labor del Ejecutivo en un tono mucho más duro que el hombre por él designado para ser el líder de la oposición, haciéndole un flaco favor a los suyos. Al sobrepasarle por la derecha, ha entorpecido, y mucho, todos los intentos de Mariano Rajoy por llevar el partido a una línea mas centrista. La amargura que destila al creer que España no ha valorado suficientemente su gestión le ha llevado a escatimar, incluso, las frases de elogio hacia su heredero.

Curiosamente quien si le ha injuriado ha sido el presidente de Venezuela. Es intolerable que un mandatario de un país democrático, y se supone que Chávez lo es, diga que el principal partido de la oposición en España y el ex presidente forman parte de una mafia. O no sabe lo que es la mafia o no sabe lo que es la democracia. Las dos cosas pueden ocurrir.

Lo que no menciona José María Aznar es que, por segunda vez, el Gobierno de Rodríguez Zapatero, al que tanto menosprecia, ha salido inmediatamente en su defensa, como no podía ser de otra manera, advirtiendo al peculiar dirigente sudamericano que no tolerará difamaciones contra un ex presidente español.

Chavez, a quien no se le calla ni cosiéndole la boca, ha recordado de donde viene su inquina. Acusa a Aznar de apoyar el golpe que a punto estuvo de echarle del poder. El dirigente venezolano no tiene ningún crédito en las cancillerías internacionales pero no deja de ser cierto que el gobierno del Partido Popular, junto con el de George W. Bush, no vio con malos ojos que se le apartara de su alta responsabilidad. Y eso es lo que pasa, que ciertas cosas cuesta mucho olvidarlas.