Rebelión a bordo
El rincón | manuel alcántara
Cuando alguien entra en un comercio los dependientes que quedan se muestran amabilísimos. No es que su clientela sea la más distinguida: simplemente es la más fácil de distinguir porque quedan poquísimos clientes. En esta época de crisis se hace patente que los armarios estaban llenos y nadie compra nada nuevo. Las ventas del comercio han descendido en los que continúan abiertos, pero esa mala noticia no se puede extender a los 3.987 que han cerrado. El sector continúa en caída libre y por eso no puede decirse que Esperanza Aguirre haya escogido mal momento para declararse en rebeldía contra la subida del IVA. Los insurgentes serán numerosísimos. De lo que sí podrá ser acusada es de oportunismo político y de ignorar que todos vamos en el mismo barco y que sí la embarcación zozobra nos vamos todos al agua, cada uno con sus ideas, pero sin ningún salvavidas. La subida del maldito IVA, calificado de letal por la agresiva y sonriente señora Aguirre, no le cae bien nadie, pero debiera darse a conocer al esquilmado contribuyente cómo poder salir de la crisis sin pagar más impuestos. Suena muy bien eso de «anular el incremento de tributos», pero quizá no sea la mejor fórmula para que el Estado tenga más recursos. La desagradable subida del IVA ya fue aprobada dentro de los presupuestos de 2010 y la rebelión popular llega tarde. Para recuperar las ventas es absolutamente necesario recuperar con anterioridad a los compradores. No basta con que los comerciantes sean amables. Los chinos dicen que «quien no sepa sonreír que no abra tienda», pero a hay muchas personas sonrientes que están en el paro y se les ha helado la sonrisa en los labios.