Diario de León
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El corro | pedro vicente

Igual que dos no discuten si uno no quiere, es imposible que dos pacten si al menos uno de ellos carece de la menor voluntad d e hacerlo. Como punto de encuentro de dos posiciones a priori divergentes, el pacto sólo es posible cuando ambos agentes reorientan posturas en dirección convergente. Si uno de ellos permanece estático o apenas se mueve, la confluencia es imposible. Tengo mis dudas sobre el grado de disposición del Gobierno Zapatero para reorientar su política económica en la medida que exigiría un pacto de Estado. Pero lo que ofrece pocas dudas es la absoluta falta de voluntad del Partido Popular para alcanzarlo. El objetivo de Rajoy y los suyos no es otro que Zapatero se declare derrotado por la crisis, tire la toalla y convoque inmediatamente elecciones generales anticipadas. Y en esa estrategia, el PP piensa, y objetivamente así es, que cualquier pacto supondría un balón de oxígeno al Gobierno socialista. Es tan evidente esa estrategia que si Zapatero transigiera hasta aceptar al completo todas las condiciones exigidas por Rajoy, el PP se quedaría completamente descolocado y sospecho que se sacaría de la manga alguna otra condición sobrevenida y de imposible aceptación con el fin de no firmar ese pacto. Por la misma razón me sorprendería mucho que prosperara el pacto sectorial sobre la Educación que llevan meses negociando.

El PP no está por labor de pactar nada y a duras penas contiene su querencia a reeditar el «Váyase señor González» con el que machacó al Gobierno socialista entre el 93 y el 96. Recela incluso de iniciativas como la campaña «estosololoarreglamosentretodos.org» impulsada por una fundación auspiciada por el Con sejo Superior de Cámaras de Comercio. Sea porque el presidente de dicho Consejo es el ex ministro socialista Gómez Navarro, sea porque se han sumado a la causa algunos connotados integrantes del «sindicato de la ceja», en Génova ven detrás la mano gubernamental. Y eso que, al incluir el adverbio «solo», el propio lema de la campaña está considerando al Gobierno Zapatero incapaz por sí mismo de superar la crisis. Con los papeles cambiados, muy similar es la escenificación montada en Castilla y León, donde un día sí y otro también el presidente de la Junta y el secretario autonómico del PSOE se retan a pactar medidas contra la crisis, pero luego no se sientan a negociar nada. O sea, marean la perdiz. Hasta el punto de que ambos parecen haber olvidado que hace justo un año PP y PSOE constituyeron una comisión paritaria para negociar un pacto anticrisis en Castilla y León. De dicha comisión nunca más se supo, salvo que pactó los criterios a aplicar para distribuir los 125 millones del Plan de Convergencia Interior correspondiente al 2009. Pero formalmente dicha mesa de negociación no está disuelta y podría ser reactivada si los interlocutores tuvieran verdadera voluntad de pactar y no estuv ieran haciendo fintas de cara a la galería. Salvo el acuerdo en torno a las fusiones de las Cajas, a poco más de un año de las elecciones autonómicas la posibilidad de un pacto anticrisis es tan remota en Castilla y León como en Madrid. El desencuentro en torno a la Agenda sobre Población lo dice todo.

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