Diario de León
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Panorama | cayetano gonzález

Han pasado dos años desde las últimas elecciones generales que ganó el PSOE de Zapatero (169 escaños y 11.288.000 votos) al PP de Rajoy (153 escaños y 10.278.00 votos). Para algunos este tiempo ha supuesto una eternidad por la acumulación de problemas y, fundamentalmente, por el agravamiento de la crisis económica que ha propiciado que cuatro millones y medio de ciudadanos estén en el paro y que en un millón largo de hogares españoles ninguno de sus miembros tenga un empleo. La otra forma de ver la botella es que si el presidente del Gobierno, que es quien constitucionalmente tiene la potestad de disolver las Cámaras y convocar elecciones, no adelanta estas, quedarán otros dos años para que los ciudadanos puedan hablar en las urnas. En una situación de grave crisis económica como la que estamos viviendo, con un Gobierno y un Presidente seriamente «tocados», lo más democrático sería adelantar las elecciones y dar la oportunidad a los ciudadanos para que se pronuncien y digan si es conveniente que gobiernen otros. Pero ningún presidente del Gobierno tiene una inclinación natural al suicido político y si todas las encuestas coinciden en señalar que caso de celebrarse las elecciones en estos momentos, el PP aventajaría al PSOE entre 5 y 6 puntos porcentuales en intención de voto, cuesta pensar que Zapatero firme su muerte política.

El presidente del Gobierno confía toda su suerte a que la recuperación económica comience a ser realidad en el segundo semestre de este año o a más tardar a comienzos del 2011. Esto no es lo que vaticinan instituciones financieras serias y solventes, pero ya se sabe que Zapatero aparte de no hacer caso a ese tipo de informes, es un optimista antropológico. En ese hipotético escenario de recuperación económica, el actual inquilino de la Moncloa piensa que podría volver a ganar a un Rajoy que está basando toda su estrategia política en esperar al desgaste político de su adversario como consecuencia de la crisis económica, sin plantear de forma clara y decidida cual es la alternativa que el defiende. El problema es que dos años es mucho tiempo y pocos dudan que España pueda aguantarlo si no se toman medidas y decisiones que en muchos casos son impopulares. Zapatero no lo quiere hacer porque sería tanto como reconocer que se ha equivocado de cabo a rabo en su gestión y Rajoy ha optado por esperar sentado a ver pasar el cadáver de su rival político. Estamos en un periodo malo, muy malo, de políticos de cortos vuelos. Falta altura de miras en los dos grandes partidos nacionales que representan entre ambos al 80% de los ciudadanos. Sobran intereses partidistas y se echa en falta ese espíritu que caracterizó los primeros años de la transición democrática en nuestro País. Si al final, por esa falta de entendimiento entre el PSOE y el PP, las decisiones importantes se dejan en manos de los que voten o dejen de votar los nacionalistas, entonces apaga y vámonos.

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