Palos a las cajas. ¿Y a la banca?
Al día | josé luis gómez
Determinados criterios del Banco de España a la hora de imponer su modelo político a las cajas de ahorros siguen sin someterse a escrutinio público y a debate parlamentario, de manera de los bancos continúan ganando terreno y no precisamente a pie de sucursal, sino en los despachos y en los reservados. Es más, sometido a la presión informativa de los últimos tiempos sobre el estado de las cajas de ahorros, cualquier ciudadano español habrá llegado a la conclusión de que su caja, la de la esquina, tiene dificultades financieras que debe resolver mediante una fusión u otro tipo de acuerdo con otras entidades de fuera de su comunidad autónoma. En cambio, poca gente habrá reparado en que esas dificultades que nos cuentan cada día de las cajas son las mismas que tienen bancos como, por ejemplo, el Pastor, como demuestra la agencia de calificación Moody-™s, al otorgarle la misma nota -”«débil»-” que a varias cajas de ahorros. La clase política y el Banco de España le deben una explicación a la gente y a los directivos de las cajas, que sufren un acoso sin precedentes, cuando su situación es exactamente la misma que la de varios bancos.
En realidad, pocas organizaciones tienen la capacidad de las cajas para soportar una presión como la que están recibiendo, mientras ven como su competencia bancaria recibe otro trato, sin que nadie le mire con la lupa, ni le diga que tiene que fusionarse. Aunque sea solo por eso, los empleados de las cajas merecerían una paga extra, ya que todos ellos, sumados a sus marcas, están logrando sobrevivir, nadando contracorriente y sin saber hacia qué orilla deben acercarse para estar a salvo. Llegó la hora de no zarandear más a las cajas: una, porque ya está bien, y dos, porque el calendario político y financiero aprieta, de modo que hay que tomar decisiones en las entidades con problemas. Cuanto antes, pero sin agravios.