Cataluña, hacia el cambio
Panorama | antonio papell
La empresa de sondeos dirigida por el sociólogo Julián Santamaría publicó el domingo una encuesta de opinión para un periódico catalán sobre las próximas elecciones regionales, que, como muy tarde, se deben celebrar en otoño (las anteriores, anticipadas tras la aprobación del Estatuto, fueron el 1 de noviembre de 2006). Y la primera lectura de la encuesta es simple: CiU sube espectacularmente en las preferencias del electorado catalán hasta bordear la mayoría absoluta (pasaría de los 46 escaños actuales a 65-67) en tanto el Tripartito se hunde: el PSC bajaría de 37 escaños a 32-33 y ERC, con menos del 8% de los votos, perdería la mitad de su representación actual, pasando de 21 diputados a 11-12; tan sólo ICV-EUiA mantendría el tipo y conservaría probablemente sus 12 escaños actuales. El PP, por su parte, no variaría sensiblemente su actual representación (14 escaños) y Ciutadans desaparecería sencillamente del mapa, después de una dilatada crisis que ha desacreditado definitivamente un ensayo político que, en su formulación como partido, nunca tuvo demasiado sentido.
Lo más manifiesto de estas tendencias es la voluntad de cambio de los catalanes, hartos de un tripartito que, además de haber dejado en el aire el destino de un Estatuto de Autonomía controvertido y controvertible que aún pende como espada de Damocles sobre la estabilidad política de Cataluña, ha sido muy mediocre a la hora de gestionar la comunidad autónoma. El desastre de Gerona de estos días, prueba de grave ineficacia pero también de sectarismo (no persistiría el apagón si se hubiera construido a tiempo la línea de Muy Alta Tensión que ligase la red eléctrica catalana a Francia), ha sido el estrambote de un mal soneto gubernativo. Montilla se salva en parte de la quema (su valoración es notablemente superior a la de su gobierno) pero ya no puede competir con Artur Mas, quien inspira más confianza que aquél para sacar a Cataluña de la crisis y es preferido por la mitad de los catalanes como futuro presidente de la Generalitat frente a los tres de cada diez que optan por Montilla. Es muy significativo -destaca Santamaría- que la mitad de los votantes de ERC y más de la cuarta parte de los del PSC están incluidos en esa mayoría que apuesta por Mas. El análisis de la voluntad de cambio es todavía más espectacular: la mitad de los votantes del PSC, el 74% de los de ERC y el 61% de los de ICV consideran mucho o bastante necesaria la mudanza.
La solvencia del electorado catalán ofrece además otros resultados tranquilizadores: ni Reagrupament, del escindido Carretero (ex ERC), ni su hipotética alianza con el barcelonista Laporta, tendrían oportunidad de estar en el futuro Parlament, en el que tampoco encuentra sitio Rosa Díez. Las desmesuras recién vividas, la inestabilidad que ha sido casi constante en estos últimos siete años y la crudeza de la crisis excluyen aventuras de cualquier signo.