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León

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El aullido | luis artigue

José María Merino lleva años incidiendo en una literatura que no sea sólo el correlato de la vida -”para eso ya están los notarios-” si no que lo sea también de los misterios invisibles; de la otra vida. Por eso se nos antoja tan pertinente el título de su último libro que acaba de editar Alfaguara. Se trata de de todos los cuentos publicados desde 1982 a 2004, los cuales conforman así ya un mundo unificado, matizado, perturbador, magnético, alocadamente divertido a veces, e iluminador siempre. Poco mejor se puede añadir al repaso por su contexto inicial, influencias y primeras lecturas que el propio autor realiza en el prólogo que aquí se incluye. En él se reflexiona sobre León, esta cuidad en la que no pasa en realidad casi nada, aunque todo cobra vigor y trascendencia cuando se relata. Asimismo incluye en su bagaje formativo, además de la oralidad leonesa, tanto la alta literatura como los tebeos, el cine y la ciencia ficción. Dentro de los cinco apartados en que se subdivide este libro de libros el primero, «Cuentos del reino secreto», acaso sea la parte más romántica en el sentido literario del término -”por eso en estos cuentos aparece un León como contexto folklórico y mistérico, y los argumentos giran en torno a dos temas: la metamorfosis y el doble-”; «El viajero perdido» es el momento en el que se inician explícitamente las preocupaciones metanarrativas -el tema que subyace aquí es la relación entre la realidad, la memoria y su relato, y acaso por eso, aunque todos están unidos, se unen más evidentemente dos cuentos: Las palabras del mundo y Del Libro de Naufragios-; luego «Cuentos del barrio del refugio» es un canto a la «evasión», a la imaginación desatada, y los argumentos acaso más librescos que nunca suceden en Madrid, están ya repletos de homenajes literarios y destaca el tema de las apariciones y desapariciones, el horror, y el tema de la invisibilidad; «Cinco cuentos y una fábula» se encuentra aún más imbuido de ese espíritu transgresor de la realidad aunque no de su sentido -espíritu fantástico que en occidente arranca con el libro bíblico de Daniel y el Apocalipsis, y, a través del psicoanálisis, el surrealismo, y las vanguardias, llega hasta nosotros-; en Cuentos de los días raros aparecen luego historias muy ingeniosas como «Mundo Baldería» donde la aburrida realidad empresarial y la fantasía onírica se funden. Otro cuento bastante raro aquí es ése en la que el Profesor Souto, personaje recurrente en la narrativa breve de Merino y acaso alter ego del autor, comete un adulterio tecnológico. ¿Y qué es eso de un adulterio tecnológico? Pues para saberlo han de leer el profético y divertido cuento titulado «Celina y Nelima»-¦

Menos que su personal fantasía se ha estudiado al Merino paisajista, que es el que demuestra no tener hostilidad para con el realismo. En efecto la habilidad que este vendedor de sueños posee para describir con minuciosidad las hibridaciones de la luz, los cambios de estación, las flores y animales y los composiciones del cielo no diré que están a la altura de las exhibiciones de talento de la naturaleza, pero sí son su correlato-¦

Por eso me sumo a quienes piensan que Merino es el mejor cuentista vivo en nuestro idioma, pero no sólo por la enciclopédica imaginación de sus argumentos, sino también por su virtuoso minimalismo descriptivo. Digo.