Un recorte nuevo
El rincón | manuel alcántara
Nos estamos quedando en nada, con tantos tijeretazos. El Gobierno y las autonomías, que compiten en iniciativas de dudosa efectividad benefactora, han decidido recortar también el gasto en sanidad. Habrá que tener mucho cuidado para no ponerse malo de aquí en adelante, no sea que la dolencia que podamos contraer sea la última. La crisis ha llevado al déficit y el déficit ya se sabe lo trae: congelación de las partidas presupuestarias, que ya se estaban quedando heladas, y reducciones de las facturas farmacéuticas. Quiere decirse que en las farmacias, donde siempre había de todo, va a seguir habiéndolo, pero únicamente para algunos.
Poco a poco y paso a paso, siempre cuesta abajo en nuestra rodada, nos vamos a ir dando cuenta de lo que vale un peine y de lo que vale una receta. Pasan a segundo término otros problemas, ya que éste, como el IVA, es algo que nos afecta a todos y no como el del señor Díaz Ferrán, al que han dejado de aplaudir hasta sus más íntimos subordinados. ¿Qué harán los españoles, que estaban tan orgullosos de disfrutar de la mejor sanidad del mundo? Muchos no podrán cambiar de residencia, pero eso no es lo más grave: lo peor es que no podrán cambiar de enfermedad.
Entre las injusticias más terribles que padecemos los humanos está la de no poder escoger nuestras enfermedades. ¿Por qué muere de cirrosis hepática alguien que sólo se bebía una copita de anís los aniversarios de su cumpleaños?, ¿por qué hay mendigos que padecen de gota? El reparto de las dádivas no es menos arbitrario que la distribución de los castigos. Hay quien nunca se ha puesto malo, del mismo modo que hay quien llama a Dios todos los días y no ha conseguido aún que se ponga al teléfono, pero el plan para reducir el déficit del sistema público de salud es un contradiós