Diario de León
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Al día | carlos carnicero

El proyecto de Ley de Economía sostenible contempla el inicio de una r egulación del uso de Internet que ha suscitado una amplia polémica sobre la conciliación entre la libertad de uso de la red y los derechos de autor, estableciendo la posibilidad de cierre de páginas web en caso de descargas ilegales con ánimo de lucro. Es cierto que la libertad de circulación de la información es la base donde se asienta un mundo globalizado en donde las redes son el soporte imprescindible para su desarrollo. Y también es cierto que hay que conciliar ese principio con el derecho de todo autor a cobrar por su obra. El tráfico de bienes y servicios por la red no puede estar al margen de las reglas de la propiedad y el comercio porque hacer una excepción significaría lo contrario de lo que los detractores de la ley pretenden: que la vida en Internet no sería la progresión del desarrollo sino un retroceso a formas en las que la piratería y la apropiación del trabajo de otras personas permitiera que quienes no tienen escrúpulos hicieran de la libertad de los demás su propio negocio.

El mundo de las redes no ha hecho más que empezar y su regulación, será sin duda, un proceso complejo. Pero no se puede pretender que el principio de la libertad genere un mundo sin propiedad únicamente en las áreas de la creación y del trabajo intelectual porque significaría que los procesos especulativos, financieros e industriales podrían proseguir al amparo de las leyes de mercado y, sin embargo, la creación se quedaría sin protección, al albur de que cada quien pudiera utilizar el trabajo de los demás para su propio enriquecimiento.

Ser capitalistas en todo y socialistas radicales en la colectivización de Internet es sólo cuestión de oportunismo.

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