La opinión del lector
Emilio L. Tamargo, radiofonista en León
En las glosas obituarias dedicados en la prensa asturiana —López del Valle, Fernando Losada…— a la memoria del locutor y periodista deportivo asturiano Emilio López Tamargo, fallecido semanas atrás en Oviedo, se ha pasado por alto su etapa leonesa en la emisora La Voz de León. Rompedora y enriquecedora etapa según él mismo solía confesar. «En aquella trinchera me descorné haciendo de todo…»; con apenas ventialgunos años y durante varios más allá por la década de los setenta.
Allí le llevaría Jose Luis P. Perelétegui, a la sazón su director, repitiendo trasiego Oviedo—León dentro de la entonces «Red de Emisoras del Movimiento» (R.E.M.). Por poco no coincide con Luis del Olmo —de aquélla «Del Olmo Marote…desde el Campo de La Puentecilla»— llegado procedente de Radio Juventud de Ponferrada (Emisora-Escuela del Frente de Juventudes); ni con el grande Victoriano Crémer que por entonces ya se había integrado definitivamente en Radio León. Pero sí creemos recordar que coincidiera con Paco Umbral —que sacaría de Valladolid su primo Perele— y que le daba su toque bohemio e intelectual a lo suyo, o un Luis de Pablos con su programa literario de elevados tonos líricos…
Allí en la entrañable «Radio Falange» le conoció el firmante en su particular bohemia radiofónica de los ventipocos años. Con un Emilio haciendo de todo. Multiusos. Rompedor y a la vez creativo. Con el impulso de su juventud, y sus personales arrestos, no había barreras para su micrófono conectado a un casi antediluviano magnetófono colgado al hombro y que es la imagen gráfica que nos queda: con su cara de crío, cabello recortado, bajando a la carrera las cortas escaleras del edificio de Ordoño para seguir recorriendo a pasos largos los rincones del León—noticia. Y si se terciaba uniéndose a los debates futboleros semanales con Luis Arribas, Germán Tuñón, Enrique Blanco Pérez (éste último árbitro y de muy mal recuerdo en su Oviedo). Coetáneos todos de Martín, vecino columnista en estas páginas actualmente y de aquélla más bien el radiofonista «Lamberto el de Radio Popular».
En el ojo de la actualidad deportiva leonesa de entonces los aún de más reciente desaparición y apenas mínimamente recordados y glosados: los emblemáticos y casi míticos Ponte, el central con el que ascendió la Cultural a Primera y Bravo Ducal: el entrenador del equipo de atletismo de mi Colegio Marista que arrasaba en los Campeonatos Nacionales Escolares y que se acabaría convirtiendo en seleccionador nacional absoluto y de largo mejor entrenador—preparador físico de España.
Retornemos al bueno de Emilio L. Tamargo. De algún modo pionero de una radio de vanguardia, en la trinchera de la noticia. Radio directa e incisiva y que continuarían en cierta medida en esa entrañable emisora «los Grajos» Montero Aparicio, Andrés L. Rodríguez etcétera Profesionalmente al margen, llegaría a sentirse bastante identificado con León. Con su idiosincrasia y cazurrismo. Últimamente con la causa leonesa de su revolución pendiente; del agravio castellano. «Qué bien hubiera estado una autonomía asturleonesa» me comentó alguna vez por las calles de su Oviedo del alma. Emilio Tamargo en el recuerdo. Reportero radiofónico de raza, en León empezaría a curtirse y descubrir que era capaz de afrontar lo que le echasen.. Todo lo mucho que felizmente le acabarían echando en su dilatada vida profesional y que tan bien supo sacar a flote. En León había cargado baterías y, casi medio siglo después, desde León todavía le recuerdan con admiración quienes fueron sus oyentes y con afecto quienes fuimos sus amigos. Emilio, también desde León, el deseo del eterno reposo en paz.
Marro. León