la opinión del lector (II)
Condena a tus hijos
Parecía que iba a salir de noche a disfrutar con sus amigos, como una de tantos jóvenes, educada en los placeres orgiásticos de nuestro tiempo. Su aspecto podía ser de clase media y hasta de familia adinerada. De pronto, extrajo una bolsa de su abrigo y se acercó a un cubo de basura que había frente al supermercado; lo abrió y empezó a llenarlo de barras de pan que habían sobrado. También los comedores que diversas instituciones religiosas tenían para alimentar a los pobres se llenaban de españoles que antes tuvieron una buena posición. Esto sucedía en España, no en la India ni en Etiopía. En aquel reino ibérico los gobernantes socializaban la miseria; ya no se planteaban repartir los beneficios multimillonarios de unos banqueros. Se premiaba así a los que parecían ser los especuladores, culpables hundimiento. Era la historia de Robin Hood pero al revés: se robaba a los pobres para dárselo a los acaudalados. El gobierno mentía diciendo que se iba a salir ya de la problemática situación, cuando la miseria se extendía como una plaga bíblica organizada con 76.000 políticos. En Andalucía, controlada por el gobierno rosa desde tiempos inmemoriales, destinaban una fortuna de 223.000 euros para cambiar el lenguaje de sus documentos y que no fuese sexista, decían. Mientras, las mujeres o los mujeros, da gual, seguían sin poder trabajar. La propaganda del gobierno decía que iba a ir todo bien, aunque sus propios partidarios y expertos dijesen lo contrario. El antes exitoso país que crecía más que nadie se ponía a la cola de las naciones de Europa. Millones y millones de sus habitantes estaban sentados en sus hogares o deambulaban sin rumbo porque nadie les contrataba para trabajar. Tener hijos se había convertido en algo heroico o temerario, no había para ellos horizonte: el futuro había sido borrado como otros vocablos «sexistas» del diccionario.