Otro debate, otra ley
La veleta | julia navarro
De acue rdo, no hay que modificar las leyes a golpe de telediario como aseguran desde las asociaciones de jueces, pero convendrán conmigo que se debería de abrir una reflexión sobre qué hacer con los jóvenes capaces de arrancar vidas, de matar. Y es que el caso de la pequeña Cristina, la adolescente de Seseña al parecer muerta a manos de una compañera de instituto, ha vuelto a reabrir el debate sobre la Ley del Menor. De nuevo se alzan voces pidiendo un endurecimiento de las penas para los menores que delinquen, y de nuevo desde la judicatura se pide prudencia.
Yo creo que más allá de debatir sobre la Ley del Menor lo que se debería es debatir sobre qué modelo de sociedad hemos construido, en que dos adolescentes quedan para pegarse y una acaba con la vida de la otra, según dicen los investigadores del caso, sin ningún arrepentimiento por lo hecho.
Algo estamos haciendo mal los mayores cuando no queremos afrontar la realidad. ¿De verdad es realmente normal que en el famoso Tuenti una cría se recree con imágenes de cuervos, cementerios, cuerpos torturados, etc, como parece que tenía la acusada del crimen de Cristina? ¿De verdad los padres no debemos indagar esa otra vida que tienen nuestros hijos en la Red? ¿Son inocuos los mangas a los que tan aficionados son algunos jóvenes y no tan jóvenes? Pero sobre todo, insisto, ¿qué modelo de sociedad hemos construido en que la violencia infantil y entre adolescentes llega hasta el asesinato?
No, no se están haciendo las cosas bien y desde las instituciones, además de en la propia sociedad, se debería de hacer una reflexión y corregir el rumbo. Educar en libertad no significa educar sin normas, sin referentes, sin compromisos. Educar en libertad no significa precisamente el todo vale, y sobre todo la dejación de los mayores respecto a lo que hacen los hijos.
A mí me parece bien que la Ley del Menor, que todas las leyes, vayan encaminadas a recuperar a los delincuentes para la sociedad, pero también creo que hay que hacer justicia a las víctimas, y que los jóvenes no puedan tener la certeza de que si se les va la mano y matan lo máximo que van a pagar son tres años en un centro especial y después vuelta a empezar.
Puede que no sea la hora de abrir el debate social y político sobre la Ley del Menor, pero en algún momento habrá que abrirlo, pero sobre todo, ya digo, el debate que está pendiente es de más calado y tiene que ver con valores, con ética, con principios, con educación, con responsabilidad. Y ese debate se debería de abrir ya.