Blancanieves en la hoguera

Hace años, quien estas líneas escribe, apoyó y escribió a favor de las mujeres porque pensaba y piensa que no había motivo sensato para que fuesen discriminadas por su sexo y sufriesen más en nuestra sociedad por el hecho de ser hembras. Ahora ya no hace falta pues a nadie conozco que se atreva a mantener lo contrario. Los machistas han sido prácticamente exterminados, al menos en ciertos ámbitos intelectuales. En otras partes de la sociedad, siguen ellas cobrando menos y soportando la opresión masculina como en otros tiempos. Pero últimamente se está empezando a generar el fenómeno contrario, protagonizado por nuestra ministra de «desigualdad». Voy ahora a Italia a dar alguna conferencia y me preguntan qué pasa en nuestro país, porque el gobierno quiere crear una nueva Inquisición y censurar relatos clásicos como el de la Cenicienta, Blancanieves, etcétera. Yo me avergüenzo y no sé cómo explicar la locura de nuestras tierras, donde tanta fama tiene el macho ibérico, ahora, afortunadamente, en peligro de extinción. Los papeles que en esos relatos tienen las féminas son los tradicionales, los que corresponden a la época en que nacieron tan hermosos relatos. Si hubiera que censurar así la historia, como los estalinistas hicieron, habría que borrar buena parte de nuestra literatura y de la pintura, la escultura y así poner por igual «los» figuras eminentes del pasado con las figuras. Un grupo de fanáticas quiere obligarnos a hablar con otro idioma, todo en femenino, como venganza, para igualar la historia. Así, desean imponer como materia fundamental en todas las universidades adoctrinamiento feminista, por fuerza, nueva fe que ha de mantenerse y el que haga cualquier crítica racional puede ser declarado como machista, digno de muerte. En estos tiempos de miseria para tantas personas sin trabajo, millones ha gastado su ministerio para promover estudios en su dirección abortiva, por ejemplo, para ver si los hermosos dibujos infantiles Disney eran machistas o no. El ministerio que destroza la educación estimula a que emerjan por doquier cursos con alguna referencia a lo femenino. Los profesores tienen que meter feminidad en sus investigaciones aunque estén estudiando las piedras o la física nuclear. El feminismo histérico va en contra de la mujer. Pensemos en personas, no en el sexo que portan; además, sería feo ver arder a Blancanieves en la hoguera, por machista.