Para forrarse

Leyenda urbana o no, circula por los mentideros políticos la especie de que determinado prohombre valenciano aseguró una vez que «estaba en la política para forrarse». Y la puesta en práctica de este designio, apócrifo o verdadero, es el que ha terminado engendrando en este país la espiral de corrupción que nos embarga. Hacer dinero por medios lícitos es una señal de éxito en nuestra mercantilizada sociedad. Pero en política democrática, enriquecerse es inevitablemente sospechoso. Porque los ciudadanos preferimos, sin lugar a dudas, que nuestros representantes sean personas austeras, con escasa avidez de riquezas, más interesadas en el deleite intelectual que en el consumo de bienes materiales. Y tienen la obligación moral de ser extraordinariamente transparentes.