Las Médulas como síntoma
Con viento fresco josé A. Balboa de paz
José Ángel Azuara, el último de la fila, se ha puesto al frente de los que critican el caos en la gestión de Las Médulas, principal referente del turismo berciano. Aunque el personaje está últimamente en todas las salsas y sus tentáculos de pulpo abarcan ya casi todos los aspectos de la política comarcal, sus críticas han puesto el dedo en la llaga de un problema real: la colisión de intereses y la ausencia de una coordinación en la política cultural y turística del monumento. Ahora bien, no todo lo que se dice de Las Médulas es cierto, porque desde que ese paraje fue declarado Patrimonio de la Humanidad ha funcionado relativamente bien y ha logrado atraer a numerosos visitantes. Quizá, como otros lugares turísticos, lo que ofrece ya no sea suficiente y, probablemente, sea necesario un revulsivo para volver a ponerlo en circulación. No puede focalizarse todo el interés en el Mirador de Orellán, la Cuevona y la Encantada. Hay más lugares y sobre todo un especio con numerosos yacimientos arqueológicos, que habría que comunicar, poner en valor, fomentar turísticamente, etc.
Hay colisión de intereses y eso dificulta la gestión del yacimiento, pero eso no es más que el síntoma de una caótica organización territorial. La crisis económica ha puesto sobre la mesa la necesidad de una reorganización territorial del Estado más racional y menos sujeta a los intereses de los partidos y de los políticos: hay demasiados municipios, muchos de los cuales no tienen población ni recursos para cubrir los servicios de sus ciudadanos; las Comunidades Autónomas han vaciado de competencias al Estado y, además de los enormes recursos que manejan y malgastan, han duplicado y hasta triplicado el número de funcionarios, la mayoría no de carrera sino metidos a dedo y que, en época de vacas flacas, pesan como una losa sobre presupuestos exhaustos. Ahora es cuando empiezan a visualizarse las diferencias entre comunidades en niveles de paro, disparidad de salarios, servicios que prestan a sus ciudadanos, etcétera. Acercar la administración fue positivo, pero no el vaciamiento de competencias del Estado central. Hay que cambiar la dirección, pero ¿quién se atreverá a hacerlo?.
Las Médulas son un buen ejemplo de descoordinación entre administraciones y solapamiento de competencias, que dan lugar a una mala, o al menos deficiente, gestión. Sobre este yacimiento tienen competencias las juntas vecinales (muchas, demasiadas), los ayuntamientos (Carucedo, Borrenes y Puente Domingo Flórez), el Consejo Comarcal del Bierzo y la Junta de Castilla y León. Además en su gestión también participan el Patronato de Las Médulas, y dentro de él el CSIC en tareas de investigación arqueológica, y el Instituto de Estudios Bercianos, que gestiona el Aula Arqueológica, que es lo que mejor funciona. Se propone, probablemente con razón, la creación de un consorcio que con su gerente gestione todo el yacimiento, pero el problema es quién le pone el cascabel al gato. Si la política cultural es solo un problema técnico de gestión ¿para qué queremos todos los órganos políticoadministrativos anteriormente mencionados? Quizá lo mejor es, como propone Joaquín Otero, crear el mencionado consorcio y dárselo a Ciuden para que lo gestione, así Azuara, su director general, podrá publicitarlo en esa carpa que quiere montar en la plaza del ayuntamiento de Ponferrada, delante de los morros del actual alcalde del PP, con el que discute sobre la urbanización del entorno del futuro Museo de la Energía. Tal vez ahora María José Salgueiro, la consejera de Cultura, y el alcalde Carlos López Riesco se enteren de por donde van los tiros del Ciuden, que no es Ciudad de la Energía sino dénnos la ciudad, la de Ponferrada, por supuesto. La ejecutiva local del PSOE, reunida el sábado, dice no saber aún el candidato en las próximas elecciones municipales, pero también en este caso, José Angel Azuara es su mejor opción, ¿o no?. El Consejo Comarcal no tendrá inconveniente en que Ciuden adquiera una nueva competencia y se ocupe de Las Médulas.