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León

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La veleta | cayetano gonzález

Sin ninguna duda, ayer habrá sido el día más amargo, políticamente hablando, de Zapatero, desde aquel 14 de marzo de 2004 en el que ganó las elecciones y llegó a la Moncloa. Aprobar por un solo voto de diferencia y con el único apoyo de su partido, el mayor recorte social de nuestra historia reciente, no habrá sido un trago agradable para el presidente del Gobierno al que le gusta presumir de ser, son palabras suyas, «un rojo». Pero la sesión parlamentaria nos dejó otras consideraciones.

En primer lugar, Zapatero tenía que haber dado la cara en el Pleno y haber asumido el, personalmente, la defensa de las medidas que se sometían a la Cámara, no dejando esa labor en manos de una vicepresidenta Segunda, Elena Salgado, absolutamente abrasada por la crisis, por las improvisaciones y por las rectificaciones que ha tenido que llevar a cabo. Al no intervenir, el presidente estaba haciendo una especie de confesión de parte y reconociendo que hoy era un día muy complicado en el que prefería pasar de puntillas. Pero la capacidad de liderazgo y el arrojo de los gobernantes se miden en los momentos difíciles y, con su silencio parlamentario, Zapatero no ha sabido estar a la altura de las circunstancias.

En segundo lugar, el presidente ha podido experimentar y comprobar su absoluta soledad política. Todos los grupos parlamentarios, excepto el suyo, le han criticado duramente y en la mayor parte de los casos le han señalado con el dedo, como el principal problema en estos momentos para salir de la crisis. Especialmente contundente ha sido un aliado natural de Zapatero desde que llegó a la Moncloa, el portavoz de Convergencia i Unió. Su portavoz, Duran Lleida afirmó categóricamente que su etapa «está ya finiquitada» y lo que es mas importante, anunció que CIU no apoyará los próximos presupuestos, por lo que conminó a Zapatero a que adelante las elecciones genera les para los primeros meses del año que viene. Algo que de momento no ha hecho Mariano Rajoy. Zapatero ha salvado hoy por los pelos una votación parlamentaria altamente delicada. Ha ganado esta batalla concreta pero sabe que tiene muy complicado ganar la guerra. Es plenamente consciente que, desgraciadamente, la recuperación económica tardará en llegar y que tendrá que seguir tomando medidas impopulares que le seguirán produciendo un desgaste ante la opinión pública. La solución más lógica es la que apuntó el portavoz de CIU: que de aquí a noviembre el presidente haga los deberes en el terreno económico y que si no cuenta con los apoyos necesarios para sacar adelante los Presupuestos del año que viene, convoque de forma anticipada las elecciones generales para que los ciudadanos puedan hablar y decidir quien debe gobernar este País. Otra cosa es que ningún Presidente convoca de forma anticipada unas elecciones para perderlas. ¿Tendrá Zapatero guardado algún as en la manga que pudiera hacer cambiar esa tendencia perdedora que apuntan las encuestas? Tal vez, ¿poder presentar un final de ETA? Habrá que estar muy atento a lo que se mueva en este terreno en las próximas semanas.

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