El adelanto
El rincón | manuel alcántara
Mu chos de nuestros más infatigables políticos reclaman un adelanto electoral, incluidos los que han demostrado su retraso mental. La temporada del Congreso va a acabarse antes de que empiece el Mundial, pero se están poniendo más zancadillas y se están dando más patadas en los escaños de las que se contabiliz arán en los estadios. El Gobierno está jugando su propia prórroga. El arbitraje de Durán i Lleida ha salvado de que nos precipitamos al abismo, pero no nos salva del abismo, que sigue estando a nuestros pies por culpa de nuestra mala cabeza. No sabemos si para luego será tarde o será nunca, pero todo parece sugerir que las elecciones serán el año que viene. Cuando el Estado se tambalea, a nuestro particular estado de ánimo le entra el baile de san Vito. Nada nos deprime más que la depresión económica. Los cristianos se pueden comer a los leones, al revés que en el circo de Roma, incluso a los leones de piedra heroica de las Cortes, siempre recién llegados de la peluquería de la Historia después de hacerse la permanente. Los teólogos, que se hacen preguntas incontestables, dicen eso de «¿qué es un año en el tiempo del Señor?». Lo que sí sabemos es que el tiempo del Señor, admite más estera que el del señor presidente del Gobierno. «Esto no aguanta más», le ha dicho Durán i Lleida, con una cortesía perfectamente compatible con la crueldad. Serán durante el 2011. Como aquel militar tan valiente que aseguró que a él no le daban miedo las b alas, sino la velocidad que suelen traer, no hay que temer las elecciones, sin a los elegidos.