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León

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El rincón | manuel alcántara

El primer requisito de un empresario que se precie debe ser establecer el precio justo de lo que vende, se lo que sea, y de lo que compra, que es siempre el trabajo de los demás. No es fácil ser un buen patrón, como tampoco lo es ser un buen marinero, en tiempos donde el agua llega al cuello. Unos y otros han tenido que hacer algo más para echarse la culpa de la patética imposibilidad de llegar a un acuerdo. Los buenos convenios son los que dejan insatisfechas a las dos partes, pero no han sido posibles en esta ocasión y el Gobierno, o lo que todavía seguimos llamando así, se ha visto obligado a plantear despidos con veinte días en empresas en crisis. Hola y adiós. La puerta de entrada y la de salida coinciden, lo que siempre supone un ahorro. No habrá que pedir más madera porque el tren de la economía está en vía muerta. Se aducen «motives económicos». Son los más importantes, ya que nadie, por muy grande que sea su biblioteca, puede encontrar un libro que le suministre argumentos para llevarle la contraria al libro de contabilidad. Sorprende un tanto que UGT y CC. OO. consideren que este abaratamiento justifique la huelga general. En las huelgas, ya sean generales o de inferior graduación, se rompe mucha porcelana y mucho mobiliario urbano. El año pasado Cáritas vio cómo aumentaba su clientela un veinte por ciento en algunas regiones españolas. Quienes acuden a los albergues y a los comedores sociales de la benemérita institución sí que pueden alegar «motivos económicos». La fidelidad de sus parroquianos es absoluta, ya que no pueden ir a otro sitio para comer ni para dormir. Ni siquiera pueden ir a la huelga porque no tienen trabajo.