Previsible

La huelga del sector público, legítima en todo caso, tuvo un seguimiento perfectamente descriptible y ha resultado inútil, ha contribuido a deprimir a los ciudadanos y ha lanzado mensajes alarmantes a los mercados internacionales, que están ahora a la espera de la huelga general, que parece inevitable (a menos que los sindicatos recapaciten a la luz del escaso entusiasmo ciudadano). En definitiva, la respuesta mecánica, vulgar, previsible de los sindicatos a unas decisiones de las que depende en buena parte la recuperación del rumbo por este país desorientado no sólo no sirve de terapia a la enfermedad que padecemos sino que la agrava. La sociedad no debe permanecer pasiva ante el poder pero los sindicatos, como los intelectuales, deberían apretar iniciativas e ideas más creativas que la pura y simple contestación