Diario de León
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La veleta | cayetano gonzález

Tiene razón Zapatero cuando reclama para si, en calidad de Presidente del Gobiern o, la competencia legal para diseñar el ejecutivo; es decir, para determinar cuantas carteras ministeriales hay y quienes son las personas que deben ocuparlas. Nadie discute esa atribución que la Ley del Gobierno le da al jefe del ejecutivo. El problema en cuestión, como bien sabe Zapatero, no es ese, sino otro que tiene una doble vertiente. Por un lado, cómo explicar y justificar ante la opinión pública que en tiempos en los que el Gobierno congela las pensiones, baja el sueldo a las funcionarios, sube dos puntos el IVA a los ciudadanos y se anuncia una subida de la luz el presidente muestra una resistencia numantina a suprimir unos Ministerios que se han demostrado inútiles. Me refirero, obviamente, a Ministerios como el de Cultura, Ciencia y Tecnología, Vivienda o el capricho de Zapatero en esta legislatura: el de Igualdad.

El segundo problema es de otra índole, porque incide directamente en la incompetencia manifiesta de algunos de los Ministros del actual gabinete. Uno, que ya va teniendo cierta «memoria histórica», no recuerda un gobierno tan mediocre desde la transición democrática. Da lo mimo que se tome como punto de comparación los gobiernos de Adolfo Suárez, de Felipe González o de Aznar. Por ejemplo, comparemos la talla personal y política amén de su competencia profesional de ministros que lo fueron con Felipe González, como Miguel Boyer, Carlos Solchaga, Joaquín Almunia, Claudio Aranzadi, Juan Manuel Eguiagaray, Cristina Alberdi, Belloch... con algunos de los que han sido o siguen siendo ministros con Zapatero como Bibiana Aido, Magdalena Álvarez, Beatriz Corredor, Mariano Fernández Bermejo, Carmen Calvo o la vicepresidenta Elena Salgado. Por eso, ante el debate que está abierto sobre la conveniencia de que Zapatero proceda en las próximas semanas a una remodelación ministerial, parece evidente que la respuesta es positiva en una doble dirección: reducción de carteras ministeriales y cambio de personas. Dicho lo anterior, uno es muy escéptico sobre el hecho de que un cambio de esas características sirva en la práctica para algo, porque pienso que el mal está mas arriba, se ha instalado en el puente de mando y me da la impresión que el que capitán del barco no está por la labor de abandonar su puesto «Mírame a la cara. Yo aguanto hasta el final pase lo que pase» ha contado el locuaz presidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla que le dijo Zapatero hace unos días en la Moncloa. El problema no es que aguante el Presidente, cosa que seguramente conseguirá, sino como dejará a este País llamado España y a sus ciudadanos cuando acabe su mandato.

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